• Valentín Lima
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Lo que en otros estados sería una sucesión normal con el ejercicio del poder en plenitud de los gobernadores y gobernadoras, en nuestro estado el rumbo político que decidió la gobernadora Lorena Cuéllar fue la apuesta a la irrelevancia.

Dejar de ejercer su liderazgo político ha provocado un caos en los distintos grupos que aspiran a sucederla.

Como en cualquier parte del mundo, los políticos planean su salida con tiempo y con miras a futuro para no tener problemas y mejor tener aliados. 

Intentan ejercer hasta el último día su poder, sujetando a todos los que buscan el mismo cargo, pero eso es prácticamente al final de sus administraciones.

Pero en el caso de nuestro personaje, Lorena Cuéllar primero ha comenzado a dejar entrever que su favorito es el actual alcalde de la capital Alfonso Sánchez García. Esto ha provocado varios fenómenos. 

En principio, muchos ya voltearon a ver al edil como el elegido, por lo que abandonan el liderazgo de Cuéllar Cisneros para irse a comprometer con el suspirante.

Pero esa navaja tiene un doble filo y la consecuencia de orientar las simpatías lo convierten en un blanco de ataques mediáticos y políticos de quienes compiten en la carrera del 2027. Basta ver los medios de comunicación y los ataques de parte de adversarios desde el interior de Morena como la Senadora Ana Lilia Rivera y por supuesto de la oposición.

Lo peor de esa jugada, es que lejos de empoderarlo lo han debilitado al grado que los rankings de preferencia política no le están alcanzando. De alzarse como candidato, llegará lo suficientemente mermado como para que en un hipotético caso de que el PT o el Verde vayan con un candidato popular, se caería el proyecto.

Este fenómeno tiene una sola responsable, que es la gobernadora Lorena Cuéllar.

Dejar a los suspirantes jugar sin reglas, la convierte en una política sin poder.

El todos contra todos, deja en una franca desventaja a la mandataria para poder sentarse en la mesa de los que vendrán en 2027 y eso, políticamente es una derrota no solo moral sino de poder.

Los ex gobernadores de Tlaxcala siguen gozando de poder en sus respectivas áreas de influencia o amistad, pero en el caso de Cuéllar Cisneros, de seguir el rumbo de la tibieza, su legado será la ‘irrelevancia’ política. 

Eso sí calienta.