Comúnmente cuando nos referimos al asunto de la gentrificación lo asociamos a transformaciones que se observan de manera inmediata en algunas ciudades, por ejemplo, con la proliferación de restaurantes o lugares “nice” que ofertan comida gourment y que han desplazado las fondas de comida tradicional. Muchos de estos establecimientos, además de manejar sus menús en inglés, incluso han matizado los sabores para el agrado del paladar de extranjeros. En zonas turísticas costeras, como en Mazatlán, empresarios de sectores hoteleros han buscado prohibir la música banda para agradar la visita y la estancia de los turistas internacionales. Si bien, este proceso se vincula a las tan “necesarias” revitalizaciones y revalorizaciones de espacios selectos en las principales urbes y los pueblos mágicos, lo cierto es que implica un proceso de desposesión donde la expulsión y el despojo es la estrategia global de la gentrificación y no un efecto colateral no deseado.
Del Santurce de Puerto Rico, a la ciudad amurallada de Cartagena Colombia, de la Santa María la Ribera en Ciudad de México, a la Barcelona del Raval, de Brooklyn NY, al Maboneng de Johannesburgo Sudáfrica, de la Lapa Brasileña, a la Graça de Portugal, de la Antigua Guatemala al Brixton de Reino Unido, de la península de Yucatán al Tanger Marroquí, de la ciudad del canal de Panamá, a las vidas como infraestructura del viejo Dubai ¿Qué lugar ocupa la gentrificación como modelo de injusticia espacial, desigualdad en el acceso a la vivienda, desmantelamiento de los tejidos comunitarios, ecosistemas culturales y la estratificación racial en la configuración de la ciudad? y ¿Qué experiencias barriales y de movilización social están resistiendo contra la hidra capitalista de la ciudad, en su lucha por la defensa de su territorio y por mantenerse en el corazón de las ciudades pese a las intervenciones de expulsión de los sujetos gentrificadores en tanto agentes del capital corporativo, inmobiliario y financiero?
La raíz de la palabra gentrificación proviene de “Gentry” cuyo significado literal es alta burguesía. A inicios de 1960, la socióloga Ruth Glass acuñó el término gentrificación tras observar el regreso de los gentries, la clase noble inglesa, a los barrios centrales de Londres. Glass hace uso de esta categoría para dar cuenta de la “revitalización” de las viviendas obreras en renovadas residencias para que sean habitadas por sectores de la población de mayores ingresos que arriban a estos espacios deteriorados y paralelamente desplazan a sectores de la población de recursos escasos. Sin embargo, habría que entender que este proceso se ha profundizado en un contexto capitalista neoliberal. Más allá de la propuesta de Ruth que situaba a las clases medias y clases medias-altas como el sujeto gentrificador, hoy los agentes del capital corporativo, inmobiliario y financiero son los nuevos sujetos gentrificadores que reproducen la lógica de acumulación del capital y profundizan, al mismo tiempo, otros procesos que trastocan la estructura social de las ciudades, como son: el despojo territorial de clases trabajadoras de los espacios urbanos, la insistencia por desaparecer la geografía y la historia de las clases pobres, la injusticia espacial en el acceso a ciertos lugares, la subordinación de las políticas públicas de la vivienda social a intereses corporativos y privados, la gestión urbana neoliberal desde donde se están edificando las políticas públicas que priorizan la participación/intervención del sector privado y que van, a la vez, configurando políticas de blanqueamiento, higienización, limpieza social y criminalización de la pobreza en las ciudades con el fin de construir la nueva imagen de ciertos barrios desde un punto de vista racial y clasista.
Los puntos que hasta se han expuesto nos llevan a entender que la gentrificación es algo más que una fuerza económica positiva sobre los barrios, más bien, tiene un significado político pues implica un conflicto entre clases sociales: clases pobres y las clases de élite que son los agentes de la industria inmobiliaria que están disputando el uso, la producción y la apropiación del espacio urbano. En este punto, el geógrafo crítico David Harvey nos da pistas para entender que las diferencias de clase se plasman en el espacio y la forma en cómo el modelo capitalista busca efidicar un tipo de ciudad acorde a este modelo de producción, al punto de convertir las ciudades en centros de explotación económica y desigualdad social. Al preguntarnos sobre el porqué el capital elige revalorizar algunos lugares selectos y otros no, la respuesta se encuentra, como dice Neil Smith, en la renta del suelo capitalizada y la renta del suelo potencial en zonas depreciadas. El proceso de gentrificación inicia cuando las rentas en ciertos barrios bajan a raíz de que ciertos barrios sufren descuido, deterioro y des-inversión. En estas condiciones se produce la brecha de renta que es el momento donde los agentes financieros e inmobiliarios consideran que invertir en estos lugares descuidados será económicamente rentable.
En sí mismo, al proceso de gentrificación contemporáneo no solamente le interesa la renovación de viviendas, sino construir otras nuevas, ahora residenciales y, en general, reapropiarse de áreas centrales con el fin de amplificar el perímetro de apropiación de espacios de la ciudad. Es decir, le interesa no solo revalorizar viviendas (de hecho, la rehabilitación residencial solo es una primera faceta), sino barrios enteros con el fin de volverlos atractivos y habitables para las clases medias y altas. En este punto se van imbricando otros procesos encaminados a la reconstrucción de clase del paisaje donde no todos podemos tener acceso, como la construcción de viviendas de lujo, la gentrificación comercial que se materializa con la instalación de boutiques, cafeterías, negocios y plazas comerciales, la turistificación en tanto proceso que busca instalar una clase consumidora cosmopolita, a la par que se van configurando espacios para hospedaje, alimentación, servicios, como la expansión de Airbnb que priorizan rentas a corto plazo.
Las gentrificaciones son plurales, híbridas, con vectores de opresión, violencia y desigualdad multilateral, con impactos diferenciales de desplazamiento, con desplazamientos directos e indirectos, bajo lenguajes eufemísticos de regeneración urbana, estetización de la vida cotidiana, trabajo cognitivo, nomadismo digital y movilidad, que encubren entramados de despojo, saqueo, privatización, encarecimiento, distribución desigual de recursos, horizontes extractivos, formas de neocolonialismo territorial y derecho a la ciudad.
La gentrificación es algo más que una categoría descriptiva, es una categoría política, una expresión que denuncia violencia del capitalismo, violencia del consumo, desposesión y despojo. En estos procesos de despojo también se inscriben procesos de lucha y resistencia en contra del modelo civilizatorio urbano neoliberal, tales como: la primera marcha contra la gentrificación en Ciudad de México convocada el 4 de julio de 2025, la resistencia del pueblo originario de San Sebastián Xoco en contra del proyecto inmobiliario que trajo la construcción del centro comercial Mitikah, los costos de este proyecto de urbanización neoliberal han sido la escasez de agua en la región, aumento de predial, privatización de calles centrales, ecocidio en la zona, etcétera. Además, situamos aquellas resistencias latentes en ciudades como Oaxaca impulsada por organizaciones sociales y comunidades indígenas quienes han denunciado el despojo de territorios y la pérdida de identidad cultural.
En tanto, las estrategias contra la máquina de la gentrificación deben estar orientadas no contra el turismo, sino contra los grandes gentrificadores financieros, inmobiliarios y corporativos que buscan instalar megaproyectos y despojar territorialmente a los oriundos de los lugares. Debemos entender a las ciudades no como meras construcciones, infraestructuras, arquitecturas o receptáculos de servicios, sino habría que centrar la importancia en sus estructuras sociales, sus identidades barriales y su memoria colectiva. La ciudad es de todos y todas. Todos tenemos derecho a la ciudad y a la distribución equitativa de sus bienes y servicios.
Tlaxcala, Tlaxcala, 09 de julio de 2025