Mientras otras redes como TikTok o Instagram dominan en ciertos sectores, Facebook mantiene una presencia sólida. No es casualidad, es costumbre, necesidad y funcionalidad en una sola plataforma. Su fuerza no viene de la moda, sino de su utilidad comunitaria.
En Tlaxcala y otras entidades federativas la plataforma se ha convertido en una de la más usadas, por encima de X, la cual es utilizada con más frecuencia en zonas con mayor densidad poblacional.
Las personas encuentran en Facebook un sitio donde se puede vender, anunciar, denunciar, informar y felicitar. Para muchos, esta red es más que ocio: es parte de su vida diaria y de su entorno social.
Su estructura multipropósito permite que convivan noticias, chismes, memes, transmisiones en vivo y hasta campañas políticas. Todo cabe en esta red. Las autoridades locales, negocios pequeños y colectivos ciudadanos la usan como su canal principal de comunicación.
En lugares donde el acceso a internet es limitado, Facebook ofrece ventajas clave: puede usarse con pocos datos o incluso gratis. Eso hace que sea accesible en comunidades rurales o con conexión intermitente. La inclusión digital muchas veces empieza con un perfil de Facebook.
Las generaciones adultas, que son mayoría en muchos municipios, dominan Facebook con naturalidad. No necesitan migrar a redes más complejas o que priorizan lo visual sobre lo textual. Ahí encuentran una red que entienden, que los incluye y que refuerza sus vínculos locales.
Pero esto también plantea desafíos: si todo pasa por una sola red, ¿qué pasa con la privacidad, la desinformación o la dependencia digital? Facebook no es neutral; su algoritmo filtra lo que vemos y cómo lo vemos.
Facebook sigue fuerte porque está enraizado en lo local, lo cotidiano y lo útil. No es sólo por inercia, es porque sigue cumpliendo funciones clave que otras plataformas aún no logran cubrir. Cambiar esa lógica requerirá tiempo, opciones reales y educación digital.