En los últimos días, la posible salida de Iberdrola de México volvió a los reflectores. Oficialmente se ha negado tener información al respecto. El tema no es menor: se trata de una de las mayores generadoras privadas de electricidad en el país. ¿Se va… o se venga?
Lo cierto es que detrás del caso Iberdrola hay una historia de décadas de idas y vueltas entre Estado y capital privado en el sector eléctrico.
La historia empieza en 1879, cuando México empezó a generar electricidad. Para 1881, empresas extranjeras ya iluminaban calles en Ciudad de México. La presencia privada creció hasta 1960, cuando el presidente Adolfo López Mateos nacionalizó por completo la industria.
El péndulo volvió en 1992 con reformas que permitieron generación privada bajo condiciones estrictas. Ahí entró Iberdrola, que desde 1999 se convirtió en el actor privado dominante en generación de ciclo combinado.
Pero en marzo de 2025 volvió a sonar ese estruendo inconfundible, como en los partidos de la NBA, cuando el público se contiene y las luces bajan: una chicharra metálica, vibrante, que no solo corta el silencio, sino que anuncia que algo va a suceder. Ese mes se aprobó una reforma que abrogó la Ley de la Industria Eléctrica de 2014 y creó la Ley del Sector Eléctrico (LSE). Entre otros puntos, se estableció que la CFE debe generar al menos el 54 % de la electricidad nacional.
Además, la nueva regla de "Despacho Económico de Carga" prioriza el uso de energías con menor costo variable. Esto favorece a renovables (solar, eólica, hidro) y desplaza a tecnologías como el gas natural, donde Iberdrola es fuerte. Hay otras posibles explicaciones (y quizás más consistentes), pero por hoy nos quedamos con esta como ejemplo
¿Por qué esto inquieta a Iberdrola?
Quizás porque cambia las reglas después de haber invertido más de 10 mil millones de dólares. Y eso afecta sus ingresos directos.
¿Qué pasa si se va Iberdrola?
Se prevé que el 15 % de la generación nacional quedaría sin dueño privado. Se dice que se reduciría la competencia, y la CFE tendría más poder sobre precios y condiciones. Se menciona que podrían encarecerse tarifas o perder eficiencia. Además, México quedaría más expuesto a reclamos en instancias internacionales. En el frente ambiental, el retroceso sería éste: Iberdrola tiene proyectos pro ambiente solares y eólicos que quedarían detenidos. Pero, sobre todo: se envía una señal preocupante a otros inversionistas: “México puede cambiar el marco legal con mayoría política, sin importar los acuerdos previos.”
Reflexión final
El debate no es solo legal o técnico. Es político, económico y ciudadano. ¿Debe el Estado generar más del 50 % de la electricidad? ¿Queremos que las reglas se cambien con cada sexenio? ¿Estamos dispuestos a asumir los costos —ambientales, financieros y legales— de una salida masiva de inversión? Este tema, aunque demasiado técnico, es de
preocupación de todos, pues cuando se va la luz, o esta sube de precio, todos sentimos el apagón… incluso en las urnas.
¿Quieres entender cómo estos cambios afectan a municipios, gobiernos locales o inversionistas?