• Santiago Hernández
TIEMPOS DE CAMBIO

Dicen que en política no hay coincidencias y, a veces, los encuentros casuales ofrecen más que una agenda bien planeada. 

Hace unos días, tuve la oportunidad de coincidir en un lugar con Óscar Flores Jiménez, el secretario de Finanzas del Estado de México. Y para mi sorpresa, la coincidencia derivó en una amena charla que, honestamente, me dejó pensando mucho.

Entre comentarios sobre actividades personales y responsabilidades públicas, me di cuenta que está atento a lo que sucede en su natal Tlaxcala, y su preocupación sobre situaciones puntuales, como es la de la seguridad pública. 

Tlaxcala, a pesar de su tamaño, no está exento de los embates del delito, y las noticias sobre los sucesos de inseguridad en la entidad no se quedan aquí, trascienden. Los delitos de impacto que antes parecían concentrarse en otras regiones del país, ahora están más cerca de lo que pensamos, y se han vuelto más comunes. Así lo percibimos como ciudadanos. 

Esta reflexión, me llevó a pensar que la cercanía con entidades clave del centro de México convierten a Tlaxcala en un punto atractivo para la inversión y el turismo, y que, justamente por eso, las estrategias de seguridad deben atender con más inteligencia y anticipación la actividad delictiva, pues de otra manera se puede complicar seriamente la estabilidad del estado.

Es aquí donde resulta fundamental mirar, como lo dijo nuestro paisano, hacia la estrategia de seguridad nacional que ha planteado la presidenta Claudia Sheinbaum, y trabajar de lleno en la modernización de las capacidades del Estado. Esto significa que las fuertes inversiones deben canalizarse a todo aquello que permita a las autoridades anticiparse a la actividad delictiva: inteligencia, prevención del delito, y depuración y fortalecimiento las policías locales. 

Estos elementos, coincido, son indispensables para dar resultados, y necesariamente se deben aplicar con contundencia y coordinación.

No hay lugar a dudas: Tlaxcala necesita una atención más focalizada en términos de seguridad. Si ya cuanta con nueva tecnología y equipamiento, se tiene que poner al servicio de estrategias eficaces que detengan a los delincuentes, desmonten sus estructuras, y cierren paso a sus actividades. La presencia de patrullas o el despliegue de operativos temporales ya no es suficiente para disuadir a los maleantes, y bajo una visión más amplia de la seguridad, nuestro estado se debe integrar plenamente en una estrategia regional donde estados como Puebla, Hidalgo, Veracruz y el propio Edomex trabajen de forma más coordinada con Tlaxcala, porque la inseguridad no reconoce fronteras administrativas, y la respuesta de la autoridad tampoco debería hacerlo.

En definitiva, la política de seguridad debe demostrar un nuevo enfoque, más preventivo, e integrado al sentir del ciudadano.

La plática con el secretario Flores Jiménez, aunque breve, me recordó que las autoridades deben ver venir los problemas, y no limitarse a responderlos; que la visión no es suficiente si no se traduce en acción.