• Horacio González
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Por si hiciera falta, el primer informe de gobierno del alcalde de Tlaxcala, Alfonso Sánchez García, ha desnudado la estrategia política implementada por la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, de cara a las elecciones de 2027. No podía ser de otra manera, siendo que la titular del Ejecutivo es la jefa y promotora de lo que ella misma desea: un buen desenlace de su administración.

Sus dos principales cartas estuvieron presentes en el acto del pasado sábado. Una como protagonista y otra como invitada: Alfonso Sánchez García y Josefina Rodríguez Zamora, esta última en su calidad de secretaria de Turismo del gobierno federal. Y en torno a ellos toda la pléyade de funcionarios de los tres poderes, cobijando a estas dos figuras.
¿Cuál es la estrategia? La utilización de todo el aparato gubernamental para cualquiera de sus dos cartas, no importa si la postulación viene del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) u otro instituto político. Esa estructura que hoy se prepara será utilizada por igual.

El escenario ideal para Cuéllar Cisneros es que la candidatura fuera para alguna de sus dos cartas. El peor escenario es que esa candidatura recayera en la senadora Ana Lilia Rivera Rivera. Y hoy, como están las cosas, esta segunda posibilidad es la más cercana considerando la tendencia de las encuestas.

Hasta ahora, por los resultados de las encuestas, quien encabezaría la candidatura lorenista sería el alcalde capitalino. ¿Por qué partido político? Eso está por verse. Sin embargo, hay dos posibilidades claras: una es el Revolucionario Institucional (PRI) y la otra es el Verde Ecologista de México (PVEM). La primera, más que la segunda.

La presencia de Beatriz Paredes Rangel en el informe del alcalde capitalino es un indicativo de lo que podría venir. En la elección de 2021, ella dio la instrucción final para que una parte del voto priista se trasladara, no a la candidata priista Anabel Ávalos Zempoalteca, sino a la morenista Lorena Cuéllar Cisneros. Fiel a su pasado, la ex senadora priista respaldó en las urnas a quien le significaba la continuidad de su poderosa influencia. Así sucedió en 1998 con Alfonso Sánchez Anaya y en 2004 con Héctor Ortiz Ortiz.

Si bien la tizatleca es bien vista por la mayoría de la clase política en Tlaxcala, lo es más porque en cada una de sus apuestas ella le ha atinado a la carta ganadora. Pasó en los comicios de 2021 y por eso mismo no es gratuita la buena estima que Lorena Cuéllar le tiene a Paredes Rangel.

En ese sentido, la estrategia es clara: ponerse de acuerdo en la élite de los grupos políticos y trabajar en común para ganar el gobierno. Las lealtades partidistas no importan, nunca han importado, y así lo demuestra, por ejemplo, la figura del hoy dirigente estatal tricolor, Enrique Padilla Sánchez, quien así como ha sido parte de la élite de funcionarios de un gobierno del PAN, también lo ha sido de Morena. No hay pudor.

Por eso, en caso de que la candidatura de Morena al gobierno estatal recayera en la senadora Ana Lilia Rivera -como las encuestas adelantan sucederá-, una postulación que represente a esas élites políticas estaría como oponente en la boleta electoral, apoyada, por supuesto, de la estructura gubernamental que se aceita desde Palacio de Gobierno.

Sin embargo, habrá que ver si esa estrategia le alcanza al grupo en el Poder. Este gobierno encabezado por Lorena Cuéllar arrastra una serie de desprestigios que no le van a servir de mucho a la candidata o candidato alterno postulado por un partido diferente a Morena, por mucha estructura que haya detrás. Al contrario.

Por lo pronto, la estrategia ya está en marcha. La lealtad no es con el Movimiento de la Cuarta Transformación, sino con la clase política que en los últimos sexenios ha gobernado Tlaxcala.