• Vicente Morales Pérez
Pensar, decir y hacer: responsabilidad de la 4T

 

En 1810, Hidalgo, Morelos, Guerrero y miles de hombres y mujeres rompieron con el régimen colonial que durante tres siglos sometió a los pueblos de nuestra tierra. Su causa no era menor; poner fin a la explotación, derribar privilegios y abrir el camino hacia la soberanía. La Independencia fue un levantamiento político y social que sembró las primeras semillas de la democracia mexicana.

Hoy, cuando hablamos de la Cuarta Transformación, no partimos de cero. Se trata de un proyecto político que reconoce y recoge las luchas históricas de México. La primera transformación, la Independencia, nos enseñó que la justicia y la soberanía son conquistas del pueblo.

En aquel tiempo, Hidalgo proclamó el fin de la esclavitud; Morelos exigió leyes que protegieran a los más débiles; Guerrero defendió la soberanía frente a los intereses externos. Hoy, esos ideales se materializan en acciones concretas: becas para estudiantes, pensiones para adultos mayores, apoyo a campesinos, inversión en infraestructura comunitaria y, sobre todo, un combate frontal a la corrupción que durante décadas lastimó a la nación.

La Cuarta Transformación no es un episodio aislado, es la continuidad de una lucha histórica. Así como la Independencia rompió con el yugo colonial, hoy México rompe con el neoliberalismo que durante años concentró la riqueza y el poder en unos cuantos.

La Independencia fue, en esencia, un acto de soberanía popular. Si bien en 1810 la democracia no existía con los términos actuales, el espíritu era claro: que el pueblo decidiera su destino. Ese legado sigue vivo. Hoy, la democracia no se limita al derecho al voto; implica también participación ciudadana, rendición de cuentas y gobiernos que sirven al pueblo. Morena y la Cuarta Transformación trabajan para que la política no sea privilegio de élites, sino herramienta de bienestar colectivo. La Independencia nos dio patria; la 4T busca garantizar que esa patria sea justa, soberana y con oportunidades para todos.

Recordar la Independencia no es un ejercicio de nostalgia, sino un compromiso con el presente. Hidalgo y Morelos nos recuerdan que ningún cambio profundo se logra sin valentía y sin el respaldo del pueblo. La Cuarta Transformación es, en ese sentido, la heredera legítima de aquella primera gesta. Hoy México enfrenta nuevos retos: resistir presiones externas, defender sus recursos naturales y consolidar una democracia honesta. Pero al igual que en 1810, el pueblo tiene la última palabra.

La Independencia abrió la puerta a la libertad; la Cuarta Transformación la mantiene abierta para que nadie quede atrás. Esa es la continuidad de la historia de un país que no se resigna a la injusticia, que se atreve a transformar su presente y que honra, con hechos, la memoria de sus héroes.

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