• María José Morales Vargas
.

.

Mestizaje: un encuentro de dos mundos con códigos de comportamiento y de comunicación completamente heterogéneos, una combinación para nada armónica. Más bien, como dice Bolivar Echeverría, se trató de un proceso violento colonial en el cual los distintos códigos del comportamiento social, al encontrarse, lo que intentaron fue devorarse los unos a los otros. Como sustantivo, mestizaje está etimológicamente asociado al adjetivo “mestizo” del latín tardío mixticius, que remite a mestura, mezclar. En la Nueva España del siglo XVI, el término mestizo empieza a utilizarse en el habla cotidiana como equivalente de la expresión “hijo de español habido en una india”.

La fundación de América Latina es en sí misma una fundación mestiza. El acto con el que comienza a existir consiste justamente en el proceso mediante el cual el código europeo "devora" los restos del código prehispánico, al mismo tiempo que es carcomido y transformado por esos restos que él, como código dominante, intenta integrarse a sí mismo. La función protagónica de los indigenas en la reconstrucción de la civilización europea en América es tal vez lo más interesante de este proceso. Son ellos, los que reconstruyeron, no su código, sino el código de los europeos. Son ellos los que, al hacerlo, lo transformaron esencialmente desde dentro.

El proceso de mestizaje es un proceso lleno de violencia; pues las identidades culturales no se encuentran para resolver o dirimir sus diferencias en una mesa redonda, sino para devorarse las unas a las otras, para golpear una a otra hasta dejarse inerme y devorarse. Se trata de un proceso muy doloroso históricamente. En el siglo XVII, la tragedia de la destrucción de las culturas prehispánicas es la que prevalece en la mínima población indígena que quedó después de la devastación del siglo XVI. Y es esta situación de desesperación la que los lleva, imposibilitados de reconstruir su propia civilización, a reconstruir la civilización europea devorándola desde adentro y construyendo de esa forma la peculiaridad de la cultura latinoamericana, esto podemos observarlo en la reconstrucción de la lengua española como español americano.

El mestizaje no es, pues, un fenómeno tranquilo, de mezcla o de combinación, como en probeta, de distintos colores o sustancias. Es un fenómeno violento cuyo antecedente, por lo demás y este es un dato terrible, no ha terminado en América Latina, vivimos una historia que no se ha completado. Encerramos el hecho de la conquista en el siglo XVI, pero no es verdad, la conquista todavía no ha terminado.

Desde comienzos del siglo XIX, los estados latinoamericanos retomaron el proyecto de la corona española de sustituír el mundo americano por el mundo europeo. Los pueblos que no pudieron ser exterminados fueron expulsados de sus regiones y obligados a vivir en regiones inhóspitas, donde debieron resguardar sus restos culturales en pésimas condiciones. Los herederos de ellos son los que ahora reaparecen en el escenario de América Latina, para su última defensa, antes de ser conquistados definitivamente, es decir, son los indigenas que ya no pueden restablecer, reconstruir su propia identidad y en ese sentido, lo que se percibe justamente y como fenómeno negativo del mestizaje es esto: la imposibilidad de reconstruirlos. Los indigenas de hoy en los Andes ya no pueden reconstruir el incario; los mayas de hoy no podrían ya reconstruir su sociedad, sus religiones, sus lenguas. Es imposible, todo eso está perdido, o peor aún, como una herida abierta, está terminando de perderse. Esa pérdida es una llaga que está sangrando desde hace siglos y que no tiene la salida ideal que uno podría imaginar, la de recomponer el mundo prehispánico; y sin embargo los restos de esas culturas continúan allí siendo completamente destruidos.

Podríamos decir que junto al embate del mestizaje moderno que viene de las ciudades latinoamericanas, tiene lugar también un proceso de mestizaje que viene de los propios indigenas. La afirmación de que los indigenas que resisten actualmente son indigenas puros es una afirmación mentirosa; porque ya no hay un solo indigena puro, ni en los Andes, ni en Chiapas, ni en ninguna parte; todos son a indigenas que se mestizaron ellos a su manera, que "devoraron" el código occidental en la medida de sus posibilidades y que se constituyen ya en sociedades mestizas también.

En ese sentido, es necesario reconocer que el fenómeno del mestizaje es un fenómeno trágico, violento, doloroso, y que no es un fenómeno que quedó en el pasado sino que está ahora aquí en el presente. En este momento, nosotros y las repúblicas a las que pertenecemos, estamos apenas completando la tarea de Cortés y de Pizarro, estamos terminando con los indigenas, estamos apenas finiquitando esa tarea histórica de larga duración, la conquista, que es obviamente una tarea de genocidio. Es hipócrita plantear que no tenemos nada que ver con eso, en la medida en que somos miembros o ciudadanos de los estados nacionales latinoamericanos, estamos comprometidos con el proyecto de la corona espanola de destruir y conquistar. Estamos apenas terminando la conquista.