En el laberinto de la comunicación gubernamental, a menudo nos encontramos con espejismos y sombras. En Tlaxcala, la situación parece ser aún más peculiar: la agenda de comunicación estatal, supuestamente diseñada para informar y conectar con la ciudadanía, parece estar dirigida y marcada por las mareas turbulentas de las redes sociales. Y lo más preocupante es que, según el propio vocero (o "voz cero", como lo apodan algunos por su costumbre de no informar nada relevante), estas mareas estarían siendo manipuladas por la presencia de bots.
Es decir, la Coordinación de Comunicación Social, en lugar de ser un faro de información, se ha convertido en un barco a la deriva, navegando a merced de las corrientes digitales. ¿Y quiénes son los capitanes de este navío? Al parecer, unos presuntos bots, provenientes de tierras lejanas, que dictan la agenda al "ya no tan chavo" pero avispado vocero.
La pregunta que surge es inevitable: ¿cómo es posible que la comunicación estatal esté supeditada a los caprichos de la desinformación? ¿Cómo puede un gobierno, supuestamente al servicio de la ciudadanía, permitir que su agenda sea dictada por algoritmos y cuentas falsas?
La respuesta, lamentablemente, es más compleja de lo que parece. La presión en redes sociales, la polarización política y la proliferación de noticias falsas han creado un ambiente tóxico en el que la verdad se diluye y la manipulación se vuelve la norma. En este contexto, el vocero y su equipo parecen haber optado por la estrategia más fácil: reaccionar a lo que se dice en redes, en lugar de tomar la iniciativa y establecer su propia narrativa.
El resultado es desastroso. La comunicación estatal se vuelve reactiva, fragmentada y, en última instancia, irrelevante. En lugar de informar y educar, se limita a apagar incendios y a responder a las críticas. En lugar de construir puentes de confianza, se dedica a alimentar la desconfianza y la sospecha.
El "voz cero" seguirá siendo eso: una voz que no dice nada, que no informa nada, que solo sirve para perpetuar el ciclo de la desinformación y la desconfianza. Y en ese escenario, todos perdemos.

