En días recientes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió un fallo que ordena al estado de Tlaxcala garantizar plenamente el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. Es una resolución histórica que no solo reafirma el carácter constitucional de este derecho, sino que también nos recuerda que la justicia debe llegar a todas las entidades sin excepción.
*Desde mi posición masculina*, acompaño este avance con humildad y profundo respeto. No pretendo hablar por las mujeres ni ocupar un lugar que no me corresponde. Lo hago desde la convicción de que un Estado verdaderamente democrático debe asegurar que cada mujer pueda ejercer sus derechos sin miedo, sin estigmas y sin obstáculos institucionales. Y también desde el reconocimiento de que la experiencia, las emociones y las decisiones que rodean este tema pertenecen exclusivamente a ellas.
La Corte ha puesto sobre la mesa lo que debería ser obvio en toda sociedad que aspire a la igualdad que, garantizar derechos no divide, sino que humaniza; que proteger la libertad de decidir no es ninguna imposición de nada a nadie, sino que amplía el horizonte de dignidad para todas.
Como tlaxcalteca, como servidor público y *como persona formada en la izquierda humanista*, celebro este paso. Tlaxcala tiene ahora la oportunidad de colocarse del lado correcto de la historia, cumpliendo la ley y honrando la autonomía de las mujeres. A nosotros, hombres, nos toca escuchar, acompañar y asumir nuestra responsabilidad sin pretender sustituir su voz. Porque este derecho es de ellas, y nuestro deber es respetarlo y garantizar que nadie se interponga en su ejercicio.
Con respeto

