• Tlaxcala
  • Adolfo Tenahua Ramos
La celebración del Día del Trabajo terminó convertido en una vergüenza colectiva.

 El festejo organizado por la CTM Tlaxcala en San Miguel Contla, lejos de honrar a los trabajadores, volvió a ser noticia por las razones equivocadas: peleas campales y descontrol absoluto.
 
El saldo: golpes, gritos y una celebración interrumpida abruptamente por una trifulca alimentada por el abuso de alcohol y rivalidades enquistadas entre empleados de diversas empresas afiliadas.
 
Una escena que, tristemente, ya no sorprende, pero sí indigna, al tratarse de un patrón repetido año tras año sin que los responsables tomen cartas en el asunto.
 
Este nuevo episodio de violencia expone la total incapacidad de las autoridades sindicales para organizar un evento seguro y digno. No se trata solo de una falla logística, sino de una falta alarmante de visión y compromiso hacia la propia base trabajadora, que sigue siendo víctima de la desidia y el oportunismo de sus supuestos representantes.
 
La CTM, en lugar de fomentar un espacio de respeto y reivindicación, ha permitido que esta conmemoración se desvirtúe hasta convertirse en un lamentable circo donde prima la irresponsabilidad. El verdadero sentido del 1 de mayo —honrar la lucha y las conquistas laborales— quedó bajo los escombros de un festejo manchado por la violencia y la falta de autocrítica.
 
Es urgente replantear no solo la forma en que se organiza este evento, sino también la dirección y el compromiso ético de un sindicato que hoy parece más preocupado por mantener las apariencias que por defender y dignificar a sus afiliados.

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