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  • Adolfo Tenahua Ramos
El aspirante habría exigido pagos ilegales —comúnmente conocidos como “moches”—.

La contienda por la gubernatura de Tlaxcala se tiñe de escándalo con la figura de Óscar Flores, aspirante por Morena, quien enfrenta una ola de acusaciones a través de redes sociales que lo señalan como un político oportunista y ajeno al sentir de la ciudadanía tlaxcalteca.

Flores, quien construyó su carrera política lejos del estado, regresa ahora en busca del poder, arrastrando consigo una serie de señalamientos por presuntas prácticas corruptas. 

De acuerdo con múltiples denuncias compartidas en línea, el aspirante habría exigido pagos ilegales —comúnmente conocidos como “moches”— a proveedores a cambio de contratos amañados, lo que ha despertado indignación entre distintos sectores sociales.

Proveedores y empresarios locales comienzan a alzar la voz. Algunos denuncian directamente que Flores condiciona los contratos públicos al pago de comisiones bajo la mesa, traicionando los principios de transparencia y legalidad que predica su partido.

“Tlaxcala merece líderes que la defiendan, no políticos de ocasión que sólo regresan cuando les conviene”, se lee en publicaciones virales que critican duramente al aspirante. En ellas, se acusa a Flores de tratar al estado como un botín, un lugar al que vuelve no por compromiso ni identidad, sino por ambición.

La frase que resuena entre los detractores del candidato es clara: “Tlaxcala no se usa, se respeta.”

El daño a su imagen pública ya está hecho, y se perfila como un tema inevitable en la agenda política local en los próximos días.