- Tlaxcala
En Tlaxcala, cerca de 33 mil niños y adolescentes trabajan, muchos en condiciones peligrosas. La pobreza y la cultura del apoyo familiar los empujan a abandonar la escuela, truncando su desarrollo y perpetuando el ciclo de desigualdad.
Aunque las cifras oficiales muestran una leve disminución, el trabajo infantil sigue marcando la vida de miles de niños y niñas en Tlaxcala. De acuerdo con datos del INEGI, alrededor del 10 por ciento de los menores de entre 5 y 17 años trabaja, lo que equivale a 32 mil 792 infancias atrapadas entre la necesidad económica y la falta de oportunidades.
Detrás de ese número hay historias de abandono escolar, jornadas extensas en el campo, en el comercio informal, en talleres y hasta en entornos peligrosos. Al menos el 6.2 por ciento realiza actividades no permitidas y 5.6 por ciento lo hace en condiciones consideradas riesgosas, como construcción, labores agrícolas con pesticidas o trabajos nocturnos.
“Muchos niños dejan la escuela porque deben ayudar a sus padres. No es que quieran, es que no hay otra opción”, comenta María López, maestra en un poblado rural del oriente del estado. La escena se repite: menores que faltan a clases para cosechar, cuidar animales, cargar bultos o atender un puesto ambulante.
El impacto es grave. Según estimaciones nacionales, dos de cada diez menores que trabajan no asisten a la escuela. Eso representa una fractura en su desarrollo, una barrera para su futuro y una deuda social que se acumula año con año. Los más afectados: niños varones en comunidades rurales, donde la cultura del trabajo infantil aún se justifica como “apoyo familiar”.
Pese a la existencia de leyes que prohíben estas prácticas y de esfuerzos institucionales por erradicarlas, la realidad es que los programas sociales y educativos no siempre llegan a donde más se necesitan. La pobreza sigue siendo el motor principal que empuja a los menores a abandonar los libros por el trabajo.
Mientras tanto, miles de infancias tlaxcaltecas enfrentan la vida adulta antes de tiempo, sin recreo, sin derechos plenamente garantizados y con un presente que los obliga a renunciar a sus sueños.