• Educación
  • Adolfo Tenahua Ramos
Las docentes señalaron que aquellas que rechazaban las insinuaciones o cuestionaban su comportamiento eran castigadas con traslados forzados o reubicaciones arbitrarias.

Con fuerza, dignidad y hartazgo, un grupo de docentes de telesecundaria alzó la voz para denunciar públicamente a Salvador N., jefe del sector 02 de telesecundarias en Tlaxcala, por presuntos actos de acoso laboral, acoso sexual y conductas inmorales cometidas dentro de instituciones educativas y oficinas de la Unidad de Servicios Educativos del Estado (USET).

Tres valientes maestras en conferencia de prensa expusieron el patrón de agresiones, violencia psicológica y el trato autoritario que —según sus testimonios— el funcionario ha ejercido durante años sobre trabajadoras del sector educativo, amparado en su cargo y bajo la complicidad del silencio institucional.

Las víctimas detallaron situaciones de acoso sexual explícito. Una de ellas relató que Salvador N. la obligaba a presenciar sus partes íntimas dentro de su vehículo, el cual contaba con pantallas donde reproducía contenido pornográfico. "Con las piernas abiertas te ves más bonita", fue una de las frases que, con desprecio por su integridad, habría dirigido a las maestras.

Más allá de lo sexual, el abuso se extendió al terreno laboral. Las docentes señalaron que aquellas que rechazaban las insinuaciones o cuestionaban su comportamiento eran castigadas con traslados forzados o reubicaciones arbitrarias, configurando un patrón sistemático de represalias y abuso de poder.

A pesar de haber presentado denuncias desde hace varios años ante las instancias correspondientes, las afectadas afirmaron que no han recibido el respaldo adecuado del sistema educativo.

 Hasta el momento, solo se tiene registro de una medida administrativa menor, insuficiente para detener el daño causado ni para proteger a otras posibles víctimas.

Este caso no solo refleja la conducta de un funcionario, sino el abandono institucional que enfrentan las mujeres que se atreven a denunciar. Sin embargo, las docentes han decidido no callar más. Con sus testimonios valientes, abren paso a una exigencia colectiva de justicia y dignidad para todas las trabajadoras de la educación.

“Estamos aquí para que ninguna otra mujer pase por lo que vivimos. No somos víctimas silenciosas, somos mujeres que luchan por respeto, verdad y justicia”, señalaron.

Reprocharon que el sistema educativo en Tlaxcala este viciado y sucio al permitir conductas como estas que lejos de ayudar al progreso del Estado atentan en la dignidad de las mujeres, y aun así presumen que la educación en el Estado se fortalece y ha cambiado con el gobierno actual.