- Educación
Alonso Trujillo Domínguez, director general del Colegio de Bachilleres de Tlaxcala (COBAT), nuevamente dio de qué hablar luego de que trabajadores y docentes lo criticaran no solo por su pésimo manejo institucional, sino por sus vínculos con asociaciones religiosas y presuntas prácticas poco claras dentro del sistema educativo.
Uno de los episodios más recientes que ha causado indignación ocurrió durante un evento de graduación en el COBAT 01 donde se presume asistieron representantes de la Sociedad Bíblica Mexicana, una asociación que recibe donativos internacionales provenientes de países como Alemania, Holanda, Corea y Dinamarca.
Este evento —realizado en un auditorio del COBAT— desató la polémica al tratarse de una actividad con tintes religiosos dentro de una institución pública, laica por mandato constitucional.
El sistema incluso colapsó simbólicamente, pues el evento fue un fracaso logístico y generó un fuerte malestar entre trabajadores y estudiantes. Pero ese solo es uno de los múltiples señalamientos que pesan sobre Trujillo.
A decir de fuentes internas, desde hace tiempo el funcionario ha tejido redes de conveniencia, utilizando recursos y plataformas del sistema COBAT para favorecer intereses personales y políticos.
Se le acusa también de “supuestamente” desviar la atención institucional hacia campañas religiosas o de "ayuda humanitaria", que más bien parecen pantallas para actividades de recaudación y posicionamiento político.
Trujillo ha intentado “hacer magia” para disfrazar ante la mandataria estatal el creciente descontento dentro del sistema COBAT.
La realidad, sin embargo, no puede seguir ocultándose: el malestar entre docentes, administrativos y estudiantes crece, mientras la calidad educativa queda en segundo plano.
Trascendió que detrás de estas estrategias se encontraría un conocido operador político, mano derecha del director general, quien supuestamente funge como su “recaudador” y quien ha ayudado a mover los hilos en favor de sus propios intereses, utilizando recursos públicos sin rendición de cuentas.
Resulta reprobable que una institución educativa esté siendo usada para fines religiosos, personales o políticos.
El Colegio de Bachilleres de Tlaxcala merece un liderazgo serio, transparente y comprometido con la educación, no un titiritero con ambiciones ocultas y vínculos cuestionables.