- Apetatitlán
La fiesta ilegal de Halloween clausurada el pasado fin de semana en San Pablo Apetatitlán no solo dejó al descubierto la irresponsabilidad de los organizadores, sino también la negligencia y el abandono del presidente municipal Azaín Ávalos Marbán, quien ha perdido el control del municipio y permite que la anarquía reine mientras él presume resultados que no existen.
Fueron autoridades estatales y federales, no el ayuntamiento, quienes tuvieron que intervenir una celebración clandestina donde menores de edad ingerían alcohol y presuntamente drogas, sin permisos ni medidas de seguridad. Mientras tanto, Azaín Ávalos y su policía municipal se mantuvieron ausentes, omisos e indiferentes, como si la seguridad pública no fuera su responsabilidad.
Los hechos revelan un profundo vacío de autoridad, una administración incompetente que ha convertido a Apetatitlán en tierra sin ley, donde proliferan los eventos ilegales, el consumo de alcohol entre jóvenes y el desinterés total por la prevención. Los vecinos tuvieron que ser quienes alzaran la voz y llamaran al 911, porque el municipio no responde, no vigila y no actúa.
Dentro del inmueble, se encontraron a jóvenes descontrolados, alcohol por todas partes y presuntos indicios de droga, un reflejo claro del fracaso moral y político del gobierno de Ávalos Marbán, que tolera la descomposición social bajo su gestión.
La Coordinación Estatal de Protección Civil clausuró el lugar pero el problema de fondo sigue: un presidente municipal ausente, sin autoridad ni compromiso, que ha convertido Apetatitlán en sinónimo de desorden, corrupción y simulación política.
Cada nuevo escándalo confirma lo que muchos ciudadanos ya denuncian y es que Azaín Ávalos Marbán ha perdido el rumbo y hunde a Apetatitlán en la impunidad y el caos generando un ambiente hostil y preocupante para los ciudadanos que cada día viven en la inseguridad.


