- Política
La presidenta del Comité Ejecutivo Estatal, Marcela González Castillo, ha convertido al partido en un vehículo personal de ambiciones desmedidas. Las asambleas informativas que ella misma impulsó, supuestamente para fortalecer la estructura militante, han resultado en un fracaso estrepitoso: apenas el 40% de las metas de afiliación impuestas por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) se ha cumplido, dejando al descubierto no solo la ineficacia de su liderazgo, sino una gestión plagada de autoritarismo y desvíos de recursos.
Existe un manejo caprichoso y errático del partido, donde González prioriza su agenda personal por encima de los principios transformadores que Morena pregona. Fuentes internas del partido revelan que estas asambleas convocadas cada ocho días, carecen de autorización del CEN, financiadas con fondos estatales dudosos y ejecutadas sin transparencia alguna.
En lugar de fortalecer una organización sólida en MORENA, González ha sembrado divisiones, despidos injustificados y un clima de miedo que ahuyenta a la base militante. El proceder de la líder estatal compromete el futuro del partido por el riesgo de llegar a las próximas elecciones de 2027, debilitado e incapaz de competir en un panorama electoral cada vez más hostil, mientras el CEN mira con creciente recelo las tropelías de esta dirigencia fallida
El cinismo de González alcanza su punto más bajo en el descarado nepotismo que despliega sin pudor. En repetidas ocasiones, ha "paseado" a su esposo, el presidente municipal de la capital tlaxcalteca, Alfonso Sánchez García, por estos eventos fallidos, posicionándolo como el delfín ideal para suceder a la gobernadora morenista Lorena Cuéllar Cisneros.
Este procedimiento, que irrita a la militancia, no es más que un intento burdo de allanar el camino para una dinastía familiar en el poder, traicionando los ideales de austeridad y democracia interna que Morena juró defender. Militantes anónimos, en conversaciones “off the record”, lo describen como un "circo político" donde el alcalde es exhibido como trofeo, como un títere que solo hace lo que le ordenan. Mientras las verdaderas necesidades del partido como la captación real de simpatizantes o la resolución de crisis financieras quedan en el olvido.
La gobernadora Lorena Cuéllar, se ha mostrado permisiva con el proyecto de Marcela González y ha permitido que el aparato gubernamental intervenga para maquillar los desastrosos resultados de las afiliaciones, inyectando recursos y presión para simular un éxito que no existe. Esta complicidad, que huele a pacto inconfesable de complicidad y garantía de protección en el siguiente sexenio, no solo valida el autoritarismo de González, sino que erosiona la credibilidad de todo Morena en Tlaxcala.
El fracaso de estas asambleas no es solo numérico con menos del 40% de afiliados proyectados, representa el ocaso de una dirigencia que, movida por la codicia de poder, ha hipotecado el futuro de Morena en el estado. La militancia, esa que aún cree en el cambio real, merece más que este sainete de nepotismo y fracaso. Informes confidenciales aseguran que el Comité Ejecutivo Nacional está por intervenir en Tlaxcala para limpiar la casa antes de que sea demasiado tarde.


