- Política
La tarde en que fue vandalizada la cápsula del tiempo colocada por la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros —símbolo de los 500 años de la fundación de Tlaxcala— volvió a exhibir inquietudes ciudadanas.
Pese a que en la zona hay múltiples cámaras de videovigilancia del C5i y del C2, ninguna sirvió para detectar ni detener a los responsables que en su momento pintaron y colocaron cartulinas de protesta contra la actual administración que encabeza la morenista Lorena Cuéllar Cisneros.
Sin embargo, esas mismas cámaras sí funcionan de maravilla cuando se trata de ubicar o intimidar a ciudadanos inconformes con lo que pasa en Tlaxcala.
A través de redes sociales los vecinos recordaron que en las inmediaciones se han registrado asaltos, agresiones y ataques armados, sin que hasta ahora haya un solo detenido. “Qué casualidad que para atrapar ladrones no sirven, pero para vigilar a los que piensan diferente, ahí sí todo funciona”, reclaman ciudadanos.
El colmo, señalan, es mentira lo que se presume de la modernidad, historia y tecnología, la realidad la desmiente: las cámaras instaladas con dinero público no protegen al pueblo, sino a su poder.
El vandalismo a la cápsula del tiempo no solo dañó un monumento: exhibió, una vez más, que en Tlaxcala la vigilancia se usa para callar, no para cuidar.


