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Campesinos tlaxcaltecas irrumpieron con firmeza en las instalaciones del Congreso de la Unión para exigir a los diputados federales resultados concretos ante la grave crisis que enfrenta el campo mexicano.
Con tono de reclamo y hartazgo, les exigieron que, si realmente quieren entender la situación del sector agrícola, trabajen las 24 horas como lo hacen ellos, bajo el sol y sin apoyo, hasta resolver los problemas que los han dejado al borde del abandono.
Durante el encuentro, los productores recriminaron que los legisladores “siempre se excusan en la falta de tiempo” o en la saturación de sus agendas para no atender las peticiones del campo, mientras miles de familias rurales sobreviven con subsidios insuficientes y sin acceso real a programas de apoyo. “Dicen que no hay recursos, pero para sus campañas y privilegios sí hay dinero”, expresaron con indignación.
Los campesinos denunciaron que el precio de la tortilla continúa al alza, el maíz no se paga a un precio justo y los costos de producción siguen aumentando sin que haya políticas públicas eficaces. Además, reprocharon que no existan iniciativas serias para garantizar la soberanía alimentaria, ni programas de rescate al campo tlaxcalteca, que cada año enfrenta sequías, encarecimiento de fertilizantes y falta de maquinaria.
El enfrentamiento verbal se dio en medio de un clima nacional de creciente inconformidad rural, con movilizaciones, bloqueos carreteros y protestas en distintas entidades del país, donde productores agrícolas exigen precios de garantía reales, reducción en los costos de insumos y atención urgente al sector.
Los inconformes señalaron que el campo mexicano está colapsando y que las promesas de los diputados y funcionarios se han quedado en discursos. “Nos piden paciencia, pero el hambre no espera”, expresaron algunos líderes rurales, quienes advirtieron que de no haber respuestas, las protestas se extenderán hacia la capital del país.
Con carteles, consignas y un tono de desesperación acumulada, los campesinos dejaron claro que no buscan discursos, sino soluciones reales, pues consideran que el olvido institucional ya rebasó los límites. “El campo alimenta al país, pero a nosotros nadie nos alimenta”, reprocharon antes de retirarse del recinto legislativo entre aplausos de apoyo de otros grupos campesinos.


