El día 12 de noviembre en la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónma de Tlaxcala se presentó el libro “Conexiones Brasil-México: la socialización del conocimiento situado” coordinado por académicos de ambos países. A continuación, me gustaría compartir algunas impresiones respecto al título del libro, al anclaje geopolítico, y la perspectiva epistemológica desde donde se teje su estructuración. En segundo lugar, me gustaría presentar algunas pinceladas del capítulo del libro que escribí.
El libro Conexiones Brasil-México. La socialización del conocimiento situado es una escritura entre dos lenguas, entre dos registros, entre dos países. Justamente este intersticio “entre” resulta ser la potencia que permite generar una escritura intensiva, creativa, múltiple, una escritura diversa, interdisciplinaria y transnacional. Esta escritura “entre” lenguas, entre registros y entre países, al priorizar la conexión con el afuera, busca generar la creación de nuevos flujos, nuevos ecos, nuevas discusiones, nuevas propuestas, nuevas cosmovisiones.
Se trata de una escritura que está abierta a lo inesperado, que rompe incluso con la linealidad y jerarquía de la escritura tradicional. Y es propiamente esta ruptura la que hace que los análisis no se instalen como significantes determinados, sino como procesos abiertos de significación en permanente refutación.
Desde el título, el libro enmarca su objetivo central que es: Socializar el conocimiento situado producido entre Brasil-México. Además, desde el título se define que el conocimiento situado es la postura crítica y epistemológica que atraviesa el contenido del libro.
El conocimiento situado, como lo advierte Donna Haraway, es una epistemología que realiza una crítica frontal al positivismo, asumiendo que no hay un conocimiento neutral y universal, sino que toda producción de conocimiento está condicionada por el contexto social, político, cultural y material del sujeto que lo produce [es decir, el investigador], a esto Donna Haraway le llama: objetividad encarnada. Así, el conocimiento situado en tanto perspectiva epistemológica que ha elegido el libro que hoy se presenta busca producir un tipo de conocimiento científico más democrático, plural, situado, contextual que, además, reconozca la experiencia y subjetividad de quien investiga, que reconozca su ubicación histórica, su identidad y su lugar de enunciación.
El libro se estructura con veinte investigaciones que presentan en conjunto una visión regional sobre los avances y desafíos actuales que atraviesan las universidades públicas de México y Brasil transtocadas por los tentáculos del contexto global de privatización de la educación superior y de mercantilización del conocimiento. Si bien, dado los límites de este espacio no se prioriza situar exhaustivamente el contenido de todos los articulos, si me interesa hacer un ejercicio de clasificación con el fin de enunciar las cinco temáticas generales que transtocan la obra.
La primera temática condensa una serie de articulos que problematizan sobre el binomio Juventudes y Universidad desde donde se analiza el dispositivo escolar [educación superior] como un lugar donde se constituyen las juventudes; en este punto, se presentan experiencias sobre el significado de ser universitario/a, sobre las tensiones, desafíos y sobre la disputa de los espacios dentro de este entramado institucional. En segundo lugar, se aborda una temática que enmarca discusiones sobre la Inteligencia Artificial, docencia e investigación en la educación superior aquí se condensan articulos que analizan cómo la IA está impactando en nuestra manera de aprender, enseñar e investigar, además de que problematiza sobre la aplicabilidad de su uso bajo criterios responsables y éticos. En la tercera temática se condensan artículos que presentan propuestas de modelos educativos vigentes e innovadores. En una cuarta temática se abordan el tema de las reformas, las innovaciones, prácticas y actores curriculares, sobre todo, enfatizando su análisis desde una perspectiva de género. Y en una quinta temática se sitúan investigaciones que proponen la emergencia de la implementación de politicas publicas universitarias.
En sintesis, los trabajos académicos de esta obra ponen en relieve los avances alcanzados, los retos pendientes, así como propuestas que se adscriben a un objetivo común: que es el conseguir relaciones más igualitarias, justas y democráticas en las Insituciones de Educación Superior. La diversidad en los referentes epistemológicos, teóricos y metodológicos de los trabajos, dota al libro de una útil y rigurosa mirada analítica. Asimismo, en los articulos se inscriben múltiples discusiones que incluyen microprácticas, esperiencias subjetivas, espacios institucionales y, de manera, relevante el impacto de las políticas públicas implementadas en las universidades y en sus centros de investigación de los países en cuestión.
II.
En un segundo momento, me gustaría adelantar pinceladas respecto al capítulo del libro que escribí y al que intitulé: Hacía la implementación de políticas de cuidados en contextos universitarios en México. En este escrito, busco enmarcar las propuestas de implementación respecto al trabajo de cuidados puestas en marcha en las universidades en un contexto pre y postpandémico, específicamente en la Universidad Autónoma de Tlaxcala.
Desde una mirada feminista, crítica y política he buscado poner la categoría analítica del trabajo de Cuidados en el centro de la discusión con el fin de problematizar tres cosas. Primero analizar cómo se ha estructurado en las sociedades la división sexual del trabajo y, con ella, la invisibilidad del trabajo de las mujeres y su concentración de estos trabajos en una esfera reproductiva y no remunerada. Segundo, situar la importancia de visibilizar y politizar la deuda histórica en torno a los cuidados que ha tenido el Estado, el mercado, las democracias, las políticas públicas, la sociedad, la familia, las universidades, entre otras instituciones públicas y privadas. Tercero, busco analizar la importancia de implementar políticas públicas de cuidados en las universidades.
Lo anterior, me llevó a problematizar que el aumento respecto a la interrupción de trayectorias escolares, académicas y laborales no resulta ser un hecho aislado. Y que justamente para pensar en esta relación entre universidad y la urgencia de implementación de políticas de cuidado, en mi escrito enmarco algunos testimonios que corresponden a experiencias de algunas estudiantes y académicas que llevan a cuestas la carga de ser cuidadoras y, en tanto, presentan dificultades en conciliar sus actividades estudiantiles, académicas o laborales con los trabajos domésticos y de cuidados.
En este punto, advierto que las mujeres diariamente realizan hasta una triple jornada de trabajo, pues además de las horas dedicadas al trabajo remunerado en el mercado laboral, se suman las horas de trabajo no remunerado, pues las mujeres, en el mayor de los casos, son quienes se hacen cargo del trabajo doméstico que se enmarca en actividades como limpiar, cocinar, hacer compras, pagar cuentas, etcétera, así como del trabajo de cuidados donde se enmarca en actividades de atención y cuidado a hijas, hijos, familiares dependientes, con discapacidad o adultos mayores. Al punto que podemos decir que históricamente las mujeres han sido las cuidadoras que sostienen la vida y, al mismo tiempo, han sido descuidadas e invisibilizadas.
En este contexto, enmarco la responsabilidad que tienen las universidades para implementar políticas de cuidado que sostengan estas trayectorias. Si bien, el tema de los cuidados ha ganado visibilidad en las universidades, de hecho, algunas instituciones superiores ya han implementado algunas iniciativas, nuestra universidad es una de ellas, aún falta mucho por hacer para operar políticas de cuidados más integrales.
En este sentido, en mi escrito problematizo que hablar de una universidad que cuida va más allá de situar intervenciones de provisión de cuidados que se reducen a lo normativo/coyuntural que claramente no contribuyen a desestructurar lógicas de desposesión y extractivismo patriarcal, así como tampoco contribuyen a desarticular el orden simbólico hegemónico que se ha edificado desde un punto de vista biologizante y escencialista que remite a reproducir el imaginario de que las mujeres son “cuidadoras por naturaleza”. Más bien, en mi escrito problematizo que hablar de una universidad que cuida implica preguntarnos qué condiciones materiales y simbólicas sostienen -o impiden- la vida dentro y fuera de las aulas. Significa tambien revisar los tiempos y espacios que habitamos, las relaciones laborales, los criterios de evaluación, de contratación de quienes estudian, trabajan y cuidan al mismo tiempo. Significa pensar que si no se atienden estos ejes, la universidad deja de ser un lugar posible para todas y todos.
Bajo esta lógica, enmarco la urgencia de transversalizar la perspectiva de los cuidados en la investigación, la docencia, la extensión y los procesos de gestión interna en nuestras instituciones educativas.
Desde la investigación, cuidar significa poner la sostenibilidad de la vida en el centro de las preguntas científicas, significa también diagnosticar y problematizar el cuidado no solo recolectando datos cuantitativos, sino esuchar historias: las historias del cansancio, las historias de la sobrecarga, las de jóvenes que trabajan y cuidan, y de quienes sostienen la vida universitaria con afecto, compromiso y precariedad.
Desde la docencia, cuidar significa transversalizar esta perspectiva en los planes y programas de estudio, significa desde los curriculos, formar a un arquitecto que diseñe espacios inclusivos para toda la diversidad de cuerpos, formar un licenciado en negocios que desde la ética del cuidado promueva la conciliación de la vida laboral, familiar y el tiempo libre, significa formar un abogado o un politólogo que participen en instancias interinstitucionales para impulsar políticas públicas que vinculen el cuidado como un derecho humano. En general, significa estructurar currículos en todas las disciplinas desde una perspectiva de género y de derechos humanos.
Desde la extensión cuidar significa difundir el conocimiento, significa poner a la disposición de la sociedad servicios de salud integral y de salud mental, con atención sensible y empática a un costo accesible y muchas veces de forma gratuita porque nuestra vocación está en cuidar de la comunidad.
Desde la gestión interna, cuidar también significa desobedecer los mandatos que privatizaron y feminizaron el sostenimiento de la vida. Significa desfamiliarizar el cuidado para liberarlo y reconocerlo como práctica política, colectiva y comunitaria. También desde la gestión interna implica promover becas que apoyan a madres y padres cuidadores, y edificar espacios como las guarderías que reciban a hijxs de estudiantes, profesores y trabajadores.
Actualmente, la Unidad de Atención Integral a la Mujer y la Facultad de Desarrollo Humano adscritas a la Universidad Autónoma de Tlaxcala han implementado programas de inclusión y cuidado dirigidas a grupos concretos: la niñez y mujeres adultas mayores. De forma que los evances no solo se concretan a nivel académico, desde el Cuerpo Académico formado y denominado “Familia, cuidados y procesos de acompañamiento”, sino que también ya se ha buscado dialogar con cuidadoras, servidores públicos, académicos y estudiantes con el fin de visibilizar la importancia de los cuidados y crear sistemas integrales de cuidados en nuestra universidad.
Si bien, el sistema integral de cuidados en el ámbito universitario está en proceso de significación, la universidad ha concretizado algunos avances importantes para edificar este sistema articulando una red de servicios y políticas que ayuden a las estudiantes y trabajadoras con cargas de cuidado existentes, sean hijos, padres, madres o personas dependientes, incluyendo el establecimiento de lactarios, programas de acompañamiento familiar y atención a la salud, entre otros avances que se detallan en mi escrito.
En este punto, proponer este registro para su publicación ha pretendido hacer resonar estos avances en otros espacios con el fin de, primero, concientizar que los trabajos de cuidado son una responsabilidad colectiva, entre todos los cuerpos, las instituciones y los territorios. Y segundo, robustecer bajo un diálogo colectivo estas iniciativas.
Mi escrito finaliza subrayando que las universidades deben mirarse a sí mismas con cuidado, reconociendo que las instituciones también enferman cuando la vida se vuelve insostenible dentro de ellas. Por eso, hablar de una universidad que cuida significa construir una comunidad que se piense interdependiente, donde estudiantes, docentes, trabajadoras y autoridades podamos sostenernos mutuamente, promoviendo la igualdad de género y la corresponsabilidad en la comunidad universitaria.
Para cerrar, me gustaría subrayar que más que un evento, se trató de la celebración de un acontecimiento no solo académico, sino también afectivo. Después de todo, la idea de publicar un libro es que resulte un texto abierto, que nos convoque al diálogo y al encuentro; en tanto, la publicación fue la escusa.

