- Educación
De manera ridícula, el director general del Colegio de Bachilleres de Tlaxcala (Cobat), Alonso Trujillo aseguró que la institución impulsará la “paz social” entre estudiantes a través de una botarga, pese a que reconoció la presencia de problemas más profundos como adicciones, desintegración familiar y episodios de violencia afuera y dentro de los planteles.
Durante la presentación del personaje disfrazado, Trujillo afirmó que Tlaxcala atraviesa un fenómeno social complejo del que el Cobat “no es ajeno”. Sin embargo, su postura fue considerada por especialistas y padres de familia como insuficiente y evasiva, ya que el funcionario atribuyó los hechos de violencia a factores externos antes que a fallas internas en la supervisión y prevención.
El funcionario admitió que, aunque la mayoría de los incidentes ocurrieron fuera de los planteles, dos casos registrados dentro de los centros educativos —en Apizaco y Nativitas— están relacionados con adicciones y contextos de desintegración familiar. Pese a ello, evitó explicar qué protocolos se activaron, qué medidas se tomarán para proteger a los estudiantes o si existe una estrategia real de intervención.
Y es que los casos recientes han evidenciado que las escuelas requieren más que simbolismos o campañas superficiales para enfrentar la violencia juvenil, se trata de la atención real para frenar la violencia desde acciones integrales y no sólo ocurrencias como las de Trujillo que piensa que con un disfraz, los actos de violencia terminarán o peor aún modificarán la vida de los estudiantes.
Además, responsabilizó directamente a los padres de familia y se lavó las manos al considerar que los episodios violentos que se han generado en los planteles obedece a problemas intrafamiliares y no necesariamente es responsabilidad de los docentes que integran el Cobat.