• Citlali Ortiz Cano
Portal Psicológico

La historia de la  manera de relacionarse de las personas, nos enseña que aunque ha habido transformaciones profundas y en la mayoría de los casos la gente se ha adaptado a lo que la vida le va presentando, podemos darnos cuenta que no son las idóneas las formas de vida que tienen la mayoría de los seres humanos.

Como sucede frecuentemente,  se aprende  a través de ensayo y error, es decir,  se van poniendo en práctica comportamientos que  reditúen una adaptación, aunque desafortunadamente,  solo para la supervivencia, que no para ser felices y plenos.

La manera de  relacionase, también va evolucionado y transformándose,  dependiendo del contexto cultural y social, así, tenemos civilizaciones en las que impera la ley del más fuerte o del más inteligente, como sucede mucho en los países menos desarrollados,  como también relaciones más equitativas, como ocurre en civilizaciones más evolucionadas, o en los países de primer mundo.

Es así como en muchas culturas o países pobres, como la mexicana, existe la proclividad al sufrimiento, a establecer relaciones de abuso  y efectivamente a mayor nivel socioeconómico pero principalmente cultural, las relaciones tienden a ser más igualitarias, entre pares o personas con diferente estatus,  se van convirtiendo en relaciones de respeto y más democráticas.

De esa manera,  se puede ver gobiernos que responden a las expectativas de sus gobernados, estableciendo mecanismos de evaluación, que tienden después a transformar o a reemplazar a quien no esté a la altura de las necesidades, con figuras como referéndums o consulta popular-claro, esto casi no sucede en países tercermundistas como el nuestro-.

Mientras más educación hay en  los países como en los desarrollados, las relaciones tienden  a volverse más igualitarias, se hace uso del derecho de libertad de expresión y las relaciones se vuelven más tersas entre pares y entre géneros. Como ocurre en Finlandia o en los Países Bajos, por citar algunos ejemplos.

Valdría la pena como ciudadanos mexicanos y viendo la terrible crisis de violencia, injusticia e impunidad que se ha desatado a lo largo y ancho de nuestro país, de donde no se salva Tlaxcala, comprometernos a una educación emocional en colectivo que nos permita aniquilar nuestro presente tan trágico y a devolverles la paz, tranquilidad y bonanza que merecen nuestros hijos.

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