Cansados de gastar suela, tocar puertas, agotados de tantas y tantas reuniones, de hablar y hablar con los ciudadanos en sus casas, negocios, centros de trabajo y en donde se pudiera, los candidatos ya se acabaron su arsenal de propuestas.
Fuimos en 33 días testigos de alguna ocurrencias, como la de vestirse de torero, de cura, recurrir a personajes de la ciencia ficción como Iron “Ray”, luchadores como “Rayo Reyes” y hasta vuelos en globos aerostáticos.
Ni se diga de la entrega de consumibles contabilizables como artículos para el hogar de ínfima calidad, fue un gastadero de dinero pero al mismo tiempo vino a aliviar un poco la difícil situación económica que enfrentamos los tlaxcaltecas.
Sin duda la fabricación de la publicidad, su colocación, la cada vez menos utilizada pinta de bardas, la integración de las brigadas de promoción de publicidad.
Salvo las que integraron a fuerza estudiantes becarios de la UAT en apoyo de un partido, que por cierto lo que menos le importa es ganar espacios, sino conservar su registro, fueron en conjunto un elemento para reactivar la economía.
También vino a emplearse gente de otros estados, principalmente para levantar las deterioradas imágenes de los candidatos, sobre todo de los desconocidos y de los llamados “chapulines”, que no lograron convencer al respetable.
Fue tiempo de jalar reflectores por parte de diversos actores políticos, como en el caso de los empresarios que siempre en temporada electorera salen al paso celosos de que se cuide la democracia.
Lo mismo que la firma de pactos y el surgimiento de comisiones de vigilancia de la legalidad espurias, que no sirven de nada, porque a la hora de la hora la compra del voto es una práctica innegable.
Salvo por el exhorto para que nadie tome fotografías dentro de la mampara, no hay forma de que quienes se benefician con la compra del voto puedan demostrar que el trabajo se hizo.
Todo queda en la buena voluntad, en confiar en que los dineros que se repartan el día de la elección cumplan el cometido de la compra del voto, voto que viene en forma de castigo para la clase política en el poder.
Para nadie es un secreto que mientras no se rinden cuentas claras, no hay un informe de gobierno, se retiran los apoyos a los adultos mayores, casi no hay obra, y si la hay está bajo la tierra, es decir oculta.
Los malos modos, el trato despótico de los funcionarios, el distanciamiento ocasionado por los operadores oficiales de la comunicación social, que se ha convertido en incomunicación social son factores que van en contra del partido en el poder.
Ya faltan horas para que de inicio la elección, habrán de surgir nuevas autoridades y representantes populares, aunque sin duda este final de campañas de proselitismo nos dejan la sensación de que habrá ni más ni menos… MÁS DE LO MISMO.

