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México, DF, 21 de mayo. – Un pueblo del centro de México se ha convertido en un infierno de clanes familiares encabezados por hombres que explotan sexualmente a mujeres como prostitutas, después de enamorarlas o raptarlas.
Ese mundo describe la periodista mexicana Evangelina Hernández en su libro de crónica Tierra de padrotes (Tusquets), que acaba de publicarse en México y cuenta la historia de Tenancingo, una comunidad de 12 mil habitantes 125 kilómetros al sureste de Ciudad de México, señalada como la “meca” de la trata de mujeres.
“En Tenancingo se ha naturalizado la economía de la violencia hacia la mujer y participan las redes familiares: el padrote (explotador sexual) la rapta o la enamora, pero la inserta en su familia”, dijo Hernández, de 49 años, en entrevista.
“Madres, hermanas, tías, sobrinas, tíos, abuelos: todos en la red. Son redes criminales, pero conformadas por familias”, con tentáculos que llegan hasta Nueva York, explica.
Hernández empezó a interesarse en el tema en 2008, un día que sonó el teléfono en la redacción del diario El Universal, donde trabajaba.
Al atender escuchó del otro lado de la línea a una madre desesperada que pedía ayuda por la desaparición de su hija en el estado de Oaxaca, en el sur del país.
La niña de 14 años se había citado fuera de su escuela con un hombre que conoció por Internet y bajo engaños se fue de su casa. Terminó siendo víctima de explotación sexual, aunque después de varias semanas la búsqueda de la madre permitió que fuera liberada.
“Este es mi segundo libro sobre el tema. El primero se llama Del cielo al infierno en un día (2011) y son seis testimonios de víctimas de trata. Cuatro de las mujeres de ese libro son víctimas de padrotes de Tenancingo, que fueron rescatadas en hoteles de La Merced. Eso me llevó a estudiar lo que pasaba”.
Hernández afirma que “el engaño a través del amor es una constante” y que la mayoría de las mujeres procede de regiones pobres del sur-sureste de México e incluso de Guatemala.
Su libro recoge historias de jóvenes que se enamoran y acceden bajo ese encantamiento a trabajar como prostitutas. También relatos de mujeres raptadas que al día siguiente de ser violadas son llevadas a desayunar con la familia de su captor.
Y el caso de “padrotes” que tienen hijos con sus víctimas y luego se los quitan para mantenerlas bajo su dominio trabajando en las calles de La Merced de la capital mexicana o en Nueva York como prostitutas para migrantes latinos.
El lema es “yo soy tu dueño, me perteneces”, dice Hernández sobre los explotadores. “Y como tal se comportan”.
El negocio de Tenancingo comienza, según la autora, en la década de los ochenta como resultado del cierre de fábricas textiles y la falta de empleo.
“Dieciocho municipios alrededor de Tenancingo ya se han contaminado. No hay alternativas de empleo, no hay alternativas de educación”, señala. Y la explotación ha crecido bajo “un velo de impunidad”.
Hernández dice que en México las leyes contra la trata de personas que sancionan al explotador no han sido eficaces. A nivel federal, de 2012 a la fecha ha habido 17 sentencias y no existe una sanción para el cliente, sostiene. “Sin cliente no hay trata. Aquí la legislación tendría que ir en el sentido de sancionar al consumidor”.
El libro Tierra de padrotes es una crónica basada en hechos reales con testimonios desgarradores de víctimas rescatadas. Su publicación coincide con la salida de otras obras en las últimas semanas vinculadas con el tema de la trata de mujeres: la ópera Cuatro corridos con libreto del escritor Jorge Volpi —que también publicará una novela en verso en septiembre— y la película Las elegidas, del director David Pablos, que acaba de estrenarse en Cannes.
“En Tenancingo la economía depende de eso”, dice Hernández. “Este es el tercer negocio ilícito más rentable del mundo: tráfico de drogas, tráfico de armas y trata de personas”.