Ante el giro que ha dado el resultado final del proceso electoral de hace unos días, tenemos que las impugnaciones e inconformidades no paran, incluso se desató la violencia durante y después de la elección.
Hay resultados que a nadie dejan conformes, salvo a quienes salieron vencedores, aunque el arribo a una curul o alcaldía sea de alguna manera ilegitimado.
Tenemos el caso de Apizaco donde un reducido número de votos (siete) marca la diferencia entre el PRI y el PAN, pero si esta situación se repite y los tribunales no parece ser la salida.
Simplemente porque luego de las impugnaciones y denuncias, los tribunales federales nos van a regresar al punto de partida, y como ya se abrieron las urnas y se contaron los votos, hay quien ganó y perdió.
¿Ud. se acuerda cuantos partidos políticos se presentaron en las últimas elecciones?
¿Y se acuerda los nombres de todos los número uno de las diferentes listas?
No creo que alguna persona lo recuerde, ya que no tiene sentido pensar en ello, además de que fueron más de diez mil los candidatos que en su momento entraron en la contienda.
Esto muestra que nuestro sistema electoral es anacrónico, que es una burla a la democracia, que es un insulto a la inteligencia de los pocos que quedan pensantes, es un insulto para los votantes.
El sistema electoral anacrónico es campo fértil para todo tipo de arreglos extra electorales y así resulta que los gobernantes son elegidos a dedo, o comprados en el mercado libre.
Es una burla a la democracia porque con este sistema electoral, las personas menos votadas, pueden salir ocupando cualquier cargo, que el grueso de la población no quiere y que es impuesto por las componendas poselectorales y esto no es democracia.
Ahora en Tlaxcala, toda persona que piense un poco, se siente insultada en su fuero más íntimo, al ver como la utilizan descaradamente con esta falsificación de elecciones.
Porque todos los que fuimos a votar recibimos este premio, de parte de los que se auto designaron gobernantes, como pago por los servicios prestados por los que con nuestro voto, avalamos triunfos pírricos, que por tres años; si dura, va a regir los destinos de Tlaxcala.
Por eso en Tlaxcala, ahora más que nunca es imprescindible, cambiar el sistema electoral ya que el que está en vigencia, no es democrático sino todo lo contrario, es antidemocrático, por lo que está perimido.
Si el Consejo General del IET se quiere sacar la espina y borrar las marcas negativas, debe proponer de inmediato para que se realice la segunda vuelta electoral.
De esta forma se terminará con esta farsa, porque si en la primera elección ningún partido llega al 51 % de los votos, se votará otra vez, entre los dos partidos que tengan el mayor número de votos.
Esto permitirá al votante, antes de emitir su voto saber quién va con quien, esto nos dará un gobierno municipal estable, diputados locales elegidos por el pueblo y que podrán gobernar los tres años sin presiones… EL IET TIENE LA PALABRA.

