• Pedro Morales
Aumentan irregularidades administrativas en el sector salud

Pedro Morales

*Premio Estatal de Periodismo 2013

Muy lejos de aprovechar la infraestructura de clínicas rurales, de atención especializada y hasta de hospitales de tercer nivel, en los tres años y seis meses de la actual administración, el Seguro Popular se brinda peor que nunca.

Pese a las denuncias en contra, la administración de Héctor Ortiz dejó garantizado el servicio de atención médica, hospitalaria, de especialidades y hasta de entrega de medicinas gratuitas para los inscritos en este beneficio federal.

Si el servicio no era de primera, era bastante aceptable, si se toma en cuenta que en la actualidad no hay dinero que alcance para atender las enfermedades de nuestro tiempo.

Se puede decir que miles de tlaxcaltecas han visto salvada su salud y en algunos casos la vida, pero no gracias a la administración, sino al profesionalismo de médicos y enfermeras que honran la profesión.

Pero al tratarse de las clínicas familiares, que es el lugar de primer contacto de los enfermos con su médico, debe enfrentar, de entrada la prepotencia y groserías de los vigilantes y de las encargadas de la recepción.

Como en toda regla hay su excepción, hay gente dedicada que ama al prójimo y brinda una atención esmerada, pero la mayoría del personal del sector salud se ha deshumanizado, ya ni que decir de los directivos, son dioses del Olimpo.

Nunca se enteran los jefes y menos el director del sistema Francisco Bernal del viacrucis que resulta en esta administración acudir al auxilio del Seguro Popular, con doctores groseros que insultan a los pacientes.

A muchos no les importa el dolor humano, o el sufrimiento de las familias o los enfermos, son burócratas mal encarados que a la menor provocación regañan a las mujeres y humillan a los adultos mayores.

Eso para nadie es un secreto, basta pararse en cualquiera de estas clínicas ya sea en Tlaxcala, Apizaco, Huamantla, Chiautempan o San Pablo del Monte, ni se diga en las clínicas llamadas rurales donde no hay médicos ni enfermeras.

Bueno si los llega a haber, se trata de pasantes que llegan para experimentar con los enfermos, mientras que en las clínicas familiares escurren en bulto las y los doctores al ordenar estudios complicados que significan largas filas y horas perdidas. Pero se trata de la salud.

En la mayoría de los casos no otorgan ni una receta, dejan que el dolor siga y hasta se ofenden si se les ruega atención, placas de rayos X, ultrasonidos, resonancias son ordenadas por cientos cada día.

Luego los pacientes, sin importar la edad deben pasar a realizarse sus análisis de orina y de sangre, según sea el caso y son filas y más filas para que reciban las muestras y ni se diga para la extracción de sangre.

Otras filas más para recibir los resultados y más filas para obtener otra consulta, para que a final de cuentas el médico o la doctora se declaren incompetentes y mande al paciente con los especialistas para tratar su caso.

Invariablemente son canalizados a los hospitales de Tzompantepec, Tlaxcala, Huamantla o Calpulalpan, y lo mismo ocurre en el ITAES y el Hospital Infantil, donde el trato al paciente es deleznable.

Y otra vez filas y más filas para que el especialista, que forma parte de los dioses del Olimpo se digne a dar una cita, que invariablemente no es menor a los treinta días, sin que a los médicos les importe el avance de la enfermedad.

Luego en caso de que la enfermedad se agrave, el paciente es ingresado a urgencia, pero solo que casi se esté muriendo, ya que de otra forma no hay poder humano que convenza al personal para que el paciente sea atendido.

Si el paciente tiene suerte y es ingresado al hospital, recibe andrajos en vez de batas, debe andar descalzo, si es que no le llevan sandalias con grave riesgo de contraer alguna enfermedad, por ejemplo hongos en los pies.

Debe enfrentar la falta de jeringas, de vendas, de gasas y hasta del papel sanitario, pues debe de llevar cada quien el suyo, sin embargo, reiteramos que hay profesionales de la medicina que en verdad son admirables, pero son pocos.

Las carencias aumentan, los rumores de compras como esos cientos de ventiladores que compraron casi a escondidas, nos recuerdan a esas chamarritas verdes que tanto dinero nos costó a los tlaxcaltecas.

Solo es cuestión de tiempo para que explote la bomba, los trabajadores sindicalizados ya no aguantan la presión, pero los enfermos menos, y si el gobierno se comprometió a brindar ese servicio… QUE LE CUMPLA A LOS TLAXCALTECAS.