Imaginemos que somos políticos capaces y visionarios y que en verdad deseamos mejorar el nivel de vida de los Tlaxcaltecas ahora que es tiempo de campañas y que queremos ganar el voto de la ciudadanía. Así, antes de elaborar cualquier propuesta, primero deberíamos saber cuál es nuestra situación económica, demográfica, ocupacional, etc., toda vez que sólo se puede mejorar lo que se puede medir, de otra forma estaríamos, como se dice coloquialmente, “dando palos de ciego” a la hora de diseñar políticas públicas o proponerlas.
Dicho lo anterior pasemos a las cifras: Tlaxcala aporta 0.6 % al PIB nacional lo que la ubica en el lugar nacional número 32 o sea el último lugar en la producción de bienes y servicios en un país durante un año. El rezago económico de nuestro estado también se refleja en sus finanzas pues en Tlaxcala sólo 3.5 pesos de cada 100 que tiene proviene de ingresos propios como resultado del esfuerzo tributario local.
¿Cuántas personas son económicamente activas y a qué se dedican? De acuerdo con INEGI la población económicamente activa (PEA) en Tlaxcala para 2014 es de 566,621 personas –o sea el 60% de su población total- de los cuales 28,648 (5%) se encuentran desocupadas. En este contexto, 15.9% de la PEA se dedica a actividades primarias (agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal, pesca); el 32.3% a actividades secundarias (minería, generación y distribución de energía eléctrica, agua, gas); y el 51.5% a actividades terciarias (comercio, transporte, servicios inmobiliarios, servicios de comunicación, educativos, de salud, financieros y actividades de gobierno).
Del 80% que trabaja en el ámbito no agropecuario el 60% trabaja en micronegocios, 14% en establecimientos pequeños, 7.1% en establecimientos medianos, 8.5% en grandes establecimientos y 5.2% para gobierno. Del total de la PEA el 3.5% son empleadores, 22.9% trabajan por cuenta propia, el 65.0% son trabajadores subordinados y remunerados, y 8.5% son trabajadores no remunerados.
En suma, somos un estado predominantemente dedicado al comercio y los servicios, en mucha menor medida a la industria y escasamente a la agricultura o ganadería.
Asimismo, tenemos una de las tasas de pobreza más alta en el país: 60.3% y de informalidad laboral: 71.8%; en consecuencia, tenemos el primer lugar en la tasa de ocupación en el sector informal, el 1° en la tasa de subocupación nacional y el deshonroso 2° lugar en la tasa de condiciones críticas de ocupación a nivel nacional.
El ingreso promedio por hora trabajada es de $25.00. De igual modo, en 2014 el 50.5% de la población ocupada ganaba hasta dos salarios mínimos; el 27.5% de dos a cinco salarios mínimos y sólo 4.4% más de cinco salarios, el resto no percibe ingresos.
La escolaridad promedio de la clase trabajadora es de 9.7 años de estudio (tercero de secundaria) y la estructura de la población por nivel de instrucción es la siguiente: el 5.1% no tiene escolaridad, el 60.2% cuenta con Educación Básica, el 19.1% tiene Educación Media Superior y el 15.1% cuenta con Educación Superior.
Tres dato más: Según INEGI en 2014 Tlaxcala obtuvo la segunda tasa más baja de satisfacción con la vida en todo el país; más aún: en 2014 el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) ubicó a nuestro estado en el penúltimo lugar (31 de 32) en el rubro gobiernos eficientes y eficaces, y en el último lugar (32 de 32) en el subíndice denominado “Economía estable”. El IMCO define un estado competitivo como “aquel que consistentemente resulta atractivo para el talento y la inversión, lo que se traduce en mayor productividad y bienestar para sus habitantes.”
Los datos anteriores debieran darnos una perspectiva global de nuestro estado para con base en ellos proyectar su desarrollo económico. El enfoque de desarrollo que a mi juicio podría mejorar las condiciones de vida de Tlaxcala, la propondré en mi próxima aportación.