Como en los mejores años de los magnos movimientos magisteriales en Tlaxcala, la efervescencia empieza a generalizarse, aunque en aquellos tiempos se trataba de un movimiento estatal, ahora es satisfactorio y vivificante, constatar, cómo la totalidad de los estados del país, se están organizando para frenar un acto, a todas luces ilegal y a pesar de que los papagayos de televisa y de las cúpulas del SNTE, minimicen o desvirtúen nuestras protestas, no tenemos que bajar la guardia
Toda actividad es útil: hablar para socializar los daños que provocará la nueva ley de educación, escribir manifiestos, carteles, cartas para la sociedad; alzar la voz, marchar, sostener una manta, elaborarla, todo, absolutamente, todo es importante y necesario en esta lucha.
La movilización se hace necesaria, ante la cerrazón de los gobiernos neoliberales, que se desgañitan pregonando las bondades de la mencionada ley de educación, como si después de constatar, como han convertido en girones a nuestro país con sus “políticas milagrosas”, que no han sido otra cosa que un saqueo a manos llenas, por parte de extranjeros y de algunos connacionales ladinos, piensan que aceptaremos este aniquilamiento laboral, que está poniendo los cimientos para la privatización de la educación.
Tenemos que unir nuestros pensamientos y acciones, para lograr que la educación repunte y no es precisamente con una ley laboral anárquica, que se van a lograr mejores resultados en la educación, lo que se necesita es continuidad de programas, funcionarios capaces, que como mínimo, hayan estado frente a un grupo, en contacto con los alumnos y verificando el fenómeno educativo en la práctica.
Estos asaltantes del poder,-toda la comparsa del “Pacto por México” y casi la totalidad de las dos cámaras legislativas-, piensan que con amiguismo, compadrazgo y represión, se habrá de resolver el problema educativo, el secretario de educación, Emilio Chuayffet dice que es abogado, ¿sabrá verdaderamente, algo de educación?
Entonces vayamos juntos, como una sola fuerza hacia la demanda justa de leyes y programas acordes a la justicia social y a la educación universal de calidad que demanda nuestro país. Los maestros no queremos prebendas, queremos desarrollar nuestra labor en un clima justo y apegado a nuestros derechos humanos, sin la presión de estos gobiernos oligárquicos y entreguistas, que sólo desean satisfacer intereses oscuros, ajenos al pueblo de México.
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