Lo vivido hace una semana en aquellas entidades es un retroceso gravísimo para la democracia y un pésimo augurio para las elecciones del 2018, porque el eterno partido del cochupo no escatimará nada, ilegal, desde luego.
Lo anterior, no sólo por la descarada intervención del Ejecutivo federal, ni de la camarilla corrupta del grupo Atlacomulco, donde quedó de manifiesto el desvío de recursos para favorecer al PRI y sus adláteres, así como el albazo del presidente del Instituto Electoral mexiquense para favorecer al abanderado de la corrupción y las inconsistencias del PREP o en Coahuila la alteración a los paquetes electorales en casi un 30 por ciento de las casillas por parte del clan criminal de los Moreira, después de que abruptamente pararon el PREP para beneficiar a su alfil, sino por la mayúscula cooptación de los órganos electorales nacional y estatales.
En Tlaxcala, esas mismas prácticas ya las vivimos. Por ejemplo, en las elecciones de hace cuatro años, cuando el PRI hizo de todo para anular o tratar de ganar los comicios a como diera lugar, pero con la salvedad que no pudo.
Todo comandado por el Ex gobernador Mariano González Zarur, quien por cierto, en su mandato no tuvo empacho de recibir como invitado especial a la feria, al gobernador de Coahuila y artífice de esas prácticas ilegales, Rubén Moreira.
En la elección del distrito local de Calpulalpan, el priista, ex secretario de Gobierno y ahora funcionario estatal, Noé Rodríguez Roldán y sus secuaces en el poder, hicieron de todo para anular los comicios. Así ocurrió, pero al final, la voluntad popular pudo más que la mezquindad de los tricolores, y el panista Julio Álvarez García se impuso.
Y en la elección del presidente municipal de Apizaco, a quien por cierto el oropel le ganó, Jorge Luis Vázquez, los priistas le quisieron arrebatar el triunfo mancillando la voluntad popular. Con el contubernio de trabajadores del árbitro electoral, manipularon la paquetería y anularon cientos de votos. Al final, la justicia federal electoral dio la razón al PAN, aunque insisto, el malagradecido beneficiado, ahora se emplea con quien lo trataron de afectar. Por pan duro, muchos, sucumben al poder.
En estas elecciones del domingo pasado fue evidente el operativo montado por instrucciones presidenciales para torcer la voluntad popular en el Estado de México e imponer a Alfredo del Mazo. Ahí estuvo la operación de diferentes secretarios del gabinete del Ejecutivo Federal, entre otros a la de SEDATU, el de Salud, el de Desarrollo Social, el del Trabajo, el de Educación, como jefes de campaña en diversos territorios. Una campaña de Estado.
Pero lo grave de esta situación, que de cara a la sucesión presidencial, los priistas de siempre –en sus genes tienen el fraude- ya mostraron sus cartas de presentación, en las que dejaron en claro que van por el poder sin importarles la voluntad ciudadana.
El PRI está resuelto, justo cuando la sociedad ha expresado su repudio a este instituto y a sus acciones en los distintos estudios demoscópicos, por eso no tendrá ningún límite para comprar, sobornar, transar y adulterar el voto y para ello querrá manipular a los órganos electorales.
Hay que evitar con la fuerza de la democracia que estos delincuentes electorales se salgan con la suya, porque éste no es un tema de colores partidistas sino de Estado de derecho y de democracia.
La abominable maquinaria priísta apuesta al olvido de la gente. Sin embargo, no cuenta con que hoy las redes sociales, los medios de comunicación independientes y la tecnología nos comunican más rápido y con más veracidad, así que entre todos debemos hacer frente a esas ilegales acciones de un PRI que se niega a morir y que hará todo lo ilegal para lograr su objetivo, pero la sociedad está resuelta a impedirlo.