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En algunas regiones se puede percibir que los líderes de los viejos cárteles están regresando: Vera.

La violencia que prevalece en diversos estados del país preocupa a los Obispos de la Iglesia católica.

Por ello éste será uno de los temas centrales de la 96 Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que inicia hoy según una nota del periódico Reforma.

Eugenio Andrés Lira, secretario general de la CEM, aseguró que una de las mesas se titulará "La Nueva Evangelización como una Propuesta ante un Mundo Violento".

"Ahí, los Obispos, particularmente de Michoacán y de Guerrero, nos van a ofrecer un panorama de la situación que están viviendo y también reflexiones sobre cómo han enfrentado esta realidad", dijo.

En las dos últimas semanas, prelados de Michoacán y Guerrero han denunciado lo que consideran un estado de sitio en las comunidades en el municipio michoacano de Apatzingán.

Lo anterior, debido a la operación del narco y los magros resultados de las autoridades en el restablecimiento de la paz. Además, los Obispos temen que esta situación se replique en territorio guerrerense.

Ya el pasado jueves, prelados de Guerrero plantearon su preocupación al presidente Enrique Peña Nieto y al Comisionado Nacional de Seguridad, Manuel Mondragón.

"En Guerrero, parece que quiere establecerse aquí esa situación de violencia, de narcotráfico. Da la impresión que se quiere establecer aquí como algo ordinario, y nadie queremos eso; es lo que le expresamos al señor Presidente", explicó en entrevista el Obispo de Chilpancingo-Chilapa, Alejo Zavala Castro.

Por ahora, la conclusión del Obispo es que aunque las autoridades en sus diferentes niveles hacen lo que está a su alcance, "en algunas partes la delincuencia, aparentemente, los está rebasando".

Pero las alarmas no sólo están encendidas en el sur del país.

Otros representantes de la Iglesia han expresado su preocupación por la violencia, como los de Nuevo Laredo, Tamaulipas; Veracruz y San Andrés Tuxtla, en Veracruz, y Querétaro.

El Obispo de Nuevo Laredo, Gustavo Rodríguez, consideró que recientemente se ha incrementado la inseguridad.

"Este año había habido una creciente impresión de que las cosas iban mejorando, empezó a salir más gente a la calle, (pero) más o menos de un mes para acá he escuchado de eventos de violencia, de asaltos, de secuestros", consideró.

Luis Felipe Gallardo, Obispo de Veracruz, señaló que zonas como Tuxtepec, Tlacotalpan, Cosamaloapan y Alvarado "las cosas todavía no están bien".

"Esta gente (los delincuentes) pide a los negocios a que le paguen una cuota, dicen ellos, para darles seguridad y no, es una extorsión sencillamente, porque si no lo hacen, esta gente que pide es quien los roba", señaló.

El Obispo de San Andrés Tuxtla, Trinidad Zapata Ortiz, advirtió que aunque la intensidad de la violencia ha bajado, ésta permanece y sigue habiendo secuestros, extorsiones y "levantones", ahora contra personas de la clase media

"No se ha ganado la guerra, se han ganado batallas. Me atrevo a decir que sí hemos mejorado, pero hay zonas muy calientes, como Michoacán", agregó.

En un documento hecho público el 5 de noviembre, Faustino Armendáriz, Obispo de Querétaro, señaló que la 96 asamblea abordará el tema de la violencia como parte de los propósitos de la nueva evangelización.

"Es verdad que el rostro de la Iglesia en México, en el marco de un cambio epocal y ante la realidad social que se presenta, nos lanza a buscar líneas de acción que hagan posible que la tarea evangelizadora dé una respuesta eficiente, especialmente en los territorios donde la violencia e inseguridad, la pobreza y el debilitamiento del tejido social necesitan caminos precisos que hagan accesible la buena noticia de Jesús a los más alejados y abandonados por estos procesos", expuso.

Alerta Vera regreso de los cárteles viejos

En Coahuila, la violencia no se ha acabado y ahora ha adquirido aspectos más notables, están regresando los cárteles viejos, advirtió Raúl Vera, Obispo de la Diócesis de Saltillo.

"Los comentarios del pueblo es que están entrado cárteles, que están tomando posesión, no cárteles nuevos, sino que están regresando los viejos. Ésta es una zona, junto con Tamaulipas, que la presencia han sido Zetas y el Golfo. Aquí cuando las cosas estaban más feas había una presencia de Zetas muy fuerte, pero el Golfo no ha dejado de estar presente", afirmó según la nota del periódico Reforma.

Mientras no se erradique el lavado de dinero y la corrupción de los políticos no se va a acabar la violencia, estimó.

Vera aseguró que la población vive en constante zozobra ante el clima de violencia, pues en Saltillo se han multiplicado los robos perpetrados por quienes se inician como sicarios.

"Cuando ocupan gente nueva, los que empiezan a hacer carrera en el sicariato, sobre todo que se trata de jovencillos, al principio no les dan ningún quinto y ellos se tienen que mantener, entonces la manera como se mantienen es con este tipo de robos", alertó.

Señaló que la gente suele comentar hechos violentos que a veces no son denunciados. Dijo que hace unos meses en la comunidad de Arteaga se rumoró que entraron personas vestidas como militares a una casa a acribillar a unos jóvenes y después los sacaron para quemarlos: "de esto se dio cuenta toda la gente de alrededor".

Además aseguró que es común el reclutamiento de jóvenes franeleros para vender drogas.

"Esto yo lo ví como un signo muy malo, esto pasó hace unos tres, cuatro meses", comentó.

Ante esta situación, la población ha tomado como medida de seguridad el uso de las redes sociales para informarse de los lugares donde hay peligro y evitar pasar por ahí.

"Se van creando hábitos de protección entre los ciudadanos", señaló.

De hecho, el propio Vera ha tomado como medida de seguridad el hablar a su oficina de comunicación para que le adviertan lo que se comenta en las redes sociales.

A través de narcomantas, el Obispo ya ha recibido amenazas por sus denuncias contra el crimen organizado.

Narco en Michoacán tiene ingresos millonarios

Si en Michoacán el cártel de Los caballeros templarios tiene ingresos de al menos mil millones de pesos anuales, según pesquisas de todos los cuerpos de seguridad del Estado mexicano, como dio a conocer el periódico Milenio en sus ediciones del martes y miércoles de la semana pasada (http://www.milenio.com/policia/Toman-federales-mina-oro-Templarios_14_184921507.html y http://www.milenio.com/policia/Ganancias-Templarios-superan-mdp-ano_14_185521447.html ), producto de la suma de todas sus actividades ilícitas (salvo la venta de droga en Estados Unidos que no está contabilizada en dichos informes), esto se debe en gran medida a la aplicación de una máxima de terror que ejercen los capos del narcotráfico mexicano: “plata o plomo”.

Es decir, la corrupción. La colaboración o complicidad con los delincuentes, o el silencio ante sus actividades criminales de parte de todos los sectores sociales y gubernamentales. Esto ocurre por la buena o por la mala (“plata o plomo”), a través del pago de sobornos, del pago de sueldos mensuales.

Así se desprende de otro reporte de los trabajos de inteligencia de todos los cuerpos de seguridad que hay en las instituciones del Estado mexicano (al que también tuvo acceso por unas horas el diario Milenio), como el Ejército, la Marina, la Policía Federal, la Procuraduría General de la República y el Cisen.

Se trata de las millonaria narconóminas de Los Templarios donde aparecen desde un general hasta mandos policiales no solo de Michoacán, sino de otras entidades de la República donde ese cártel tiene presencia, como el Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Colima, Tabasco, Chiapas, Morelos, Baja California (con apoyo del cártel de Sinaloa) y Tamaulipas (en colaboración con el cártel del Golfo). Estas nóminas interceptadas por el Estado mexicano a los Templarios se estructuran por poblaciones, ciudades y entidades completas.

El periódico Milenio aclaró que no publicará un solo nombre, ni de personas ni de funcionarios ni de empresas mencionadas en los reportes, ya que hay investigaciones en curso, según se advirtió a este diario. Además, según se le previno, ha habido ocasiones en las cuales estos listados de sobornos de los criminales están “inflados” en cuanto a los personajes supuestamente corrompidos: por ejemplo, un jefe de plaza del cártel en cuestión incluye en su nómina a una persona relevante (un militar, un policía, un alcalde, un empresario) con un sueldo determinado, cuando en realidad el aludido no colabora con el narco, no percibe cantidad alguna, y alguien en el grupo criminal en ese sitio se embolsa el dinero, hasta que lo descubren y ejecutan. Esas acusaciones en falso ya se han visto en procesos, viciados, indebidos, como cuando se sustentan en testigos protegidos de origen delincuencial.

Con esas reservas que se le hicieron al periódico Milenio, el material interceptado a Los Templarios, y que el Estado mexicano ya ha dado por “bueno”, pues comprobó su veracidad en sus centros de inteligencia, exhibe la capacidad corruptora del narco.

En un estado, que no es Michoacán, un general del Ejército mexicano estaría recibiendo 2 millones de pesos mensuales.

Un mando de la Policía Federal, 800 mil pesos al mes.

Un mando ministerial, 150 mil pesos al mes.

Un director antisecuestros, 30 mil pesos mensuales.

Un comandante de órdenes de aprehensión, 15 mil pesos.

Un comandante de homicidios, 15 mil pesos.

Director de averiguaciones previas, 10 mil pesos.

Un periodista de un periódico, solo 10 mil pesos mensuales.

Funcionario de Aduana de un aeropuerto, 8 mil pesos mensuales.

Pago Nextel en Secretaría de Seguridad Pública, 5 mil pesos.

Los policías municipales, 8 mil pesos al mes.

En total, en esa entidad, que no es de las dos principales con presencia de Los Templarios, los criminales estarían pagando más de 5.4 millones de pesos por mes de sobornos bajo el esquema “plata o plomo”. La suma es de 65 millones de pesos anuales.

Se informó al diario Milenio que se trata de cifras conservadoras, ya que es solo lo que hasta ahora se ha podido documentar, y que en un estado con enorme presencia como Michoacán, la entidad de origen de Los Templarios, el volumen de la cantidad “se quintuplica” por ser el centro de operaciones urbanas, portuarias y serranas de ese cártel y por ser más numerosa la cantidad de personas que tienen que corromper. Es decir, que en Michoacán la narconómina es de más de 27 millones de pesos mensuales, más de 325 millones de pesos al año, cuando menos.

No es mal negocio para los capos: El mencionado diario dio cuenta el miércoles pasado que las ganancias comprobadas en Michoacán (sin contar la venta de droga en Estados Unidos), es de al menos 970 millones de pesos. Si se le restan los sobornos documentados y estimados (324 millones de pesos al año), la ganancia sigue siendo enorme: 646 millones de pesos al año. Más de 49 millones de dólares anuales.

En una importante ciudad michoacana el soborno más elevado va a un mando de la Policía Federal, con 350 mil pesos mensuales.

Le sigue un mando de la PGR con 250 mil pesos mensuales.

Después un mando de la policía estatal, con 240 mil pesos al mes.

Un subsecretario de Seguridad Pública municipal, 30 mil pesos mensuales (comentaron a MILENIO funcionarios de seguridad federal que a los sobornados municipales les pagan muy poco, porque su nivel de preparación y el terror les impide exigir más para aumentar sus de por sí magros sueldos).

Un director de Seguridad Pública municipal, 25 mil pesos.

Un perito ministerial, 20 mil pesos.

Un operador de radio policial 5 mil pesos.

Un periodista de un periódico, 40 mil pesos mensuales.

Un funcionario de una televisora, 25 mil pesos mensuales.

Un periodista de radio, 25 mil pesos. En total hay cinco medios supuestamente sobornados con más de 100 mil pesos mensuales.

En esa urbe los sobornos fijos totales ascienden a 3 millones de pesos.

Además, está el rubro de “negociaciones”. Es decir, cuando un incidente criminal, ya sea una detención o un decomiso, implica un “trato” que garantice impunidad en esa ciudad. En un mes “tipo” que pudo observar el periódico Milenio, el pago por estos incidentes a policías municipales, ministeriales, de grupos especiales y soldados fue de más de un millón de pesos en total.

Es decir, que la narconómina en una ciudad muy importante pasa los 4 millones de pesos mensuales, alrededor de 50 millones de pesos anuales. Si se toman en consideración las tres ciudades más importantes para el narco en el estado, Morelia, Lázaro Cárdenas y Apatzingán, nada más ahí serían 150 millones de pesos anuales los destinados a los sobornos.

La aterradora máxima de “plata o plomo” de los narcos y su millonaria narconómina.

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