• Política
  • Martin Ruiz
Despreciar a los locales y llamar a foráneos a saquear al estado ha sido el error que hoy tiene hundiéndose al sistema que gobierna.

Los resultados alcanzados por el tricolor en las extraordinarias del domingo son evidencia de la pérdida de control del proceso sucesorio justo en el momento en que se supone el mero mero, tendría todos los hilos del estado.

No ha sido así. La intervención externa de personajes con absoluto desconocimiento del campo pisado es el gran error mariano, cuyo desprecio por sus paisanos hoy se le ha revertido. El desempeño de este sistema devino en una cena de negros, y cada quién acarreó agua para su molino.

Era de esperarse la formación de nuevas generaciones de grupos en torno a quien permitió su surgimiento, pero estos brotaron como las moscas panteoneras ante los despojos de un PRI cuyos colores y militancia se mal usó desde el inicio del sexenio.

En consecuencia, la primera elección fue un fracaso. Mariano quedó con una representación débil en el Congreso. Su ex cuñada la diputada federal Guadalupe Sánchez Santiago se habrá encargado de guardar prudente distancia de él, pese a ser la única tricolor tlaxcalteca que se salvó del tropezón que otros tuvieron.

Luego vino la reconformación del Congreso local, los ayuntamientos y presidencias de comunidad. La derrota tricolor-mariana fue rotunda.

Pero faltaba una muestra más del caos actual: las extraordinarias. El partido ya no fue capaz de sobreponerse a una deriva a la que llegó debido al papel de personajes de la talla de Manuel Cavazos Lerma y Mario Armando Mendoza Guzmán.

El gran responsable de esta tragedia condimentó este hundimiento, haciendo de sus hijos sendas apariciones francamente molestas, sobre todo del varón, cuyo destino estará marcado por el desorden, la asincronía y el autoritarismo.

A tres años de tomar el timón, el estado comenzó a mostrar resentimientos, uno tras otro que, a resumidas cuentas tiene que ver con la grave baja en el nivel de vida, la inseguridad y un diálogo de sordos a la hora de los discursos.

Mientras hay una realidad que lastima, las frases con las cuales se narra la manera como el estado sobrevive hablan de haber puesto la casa en orden y haber iniciado un cierre espectacular, sentando las bases para un desarrollo que, va a acabar por ser la gran leyenda de los tiempos modernos.

Pero los resentimientos no se limitan a los ciudadanos de a pie, como usted y como yo. No... viera con qué alegría festejaron los cínicos operadores del momento el enterramiento del proyecto priísta en el distrito XIII y en el municipio de Apetatitlán.

Sume usted el malestar de personajes de la prosapia tricolor, cruzados de brazos, paralizados, o mejor dicho, en estado de shock, viendo impotentes como se fue cayendo trozo a trozo el edificio que les llevó generaciones construir.

Los ganones en este asunto son bien conocidos. Los dedicados a la administración o saqueo del estado. Atentos a no dejar títere con cabreza, desde los escritorios donde los Velasco, los Portilla, los Temoltzin, hicieron de este el sexenio de sus sueños para una realización muy personal.

Tres años perdidos no nada más para el estado, sino para la corriente política que supuso erróneamente que su tiempo había regresado por mérito propio.´

Para lo que sirven los centavos del Congreso

Astutamente oculto -no tanto, ya se supieron sus infidelidades- un manipulador de las finanzas en el Legislativo hoy se regodea porque, mediante las traiciones que no le son ajenas, logró colocar al carnal como diputado con un excelente destino, a la compañerita como contralora de un organismo autónomo y ahora también a otro en el instituto este de los datos personales.

¿Así se hace carrera política?, ¿con deslealtades, traiciones y el manejo de los recursos de un poder? He ahí al napoleoncito de estos tiempos, construyendo su castillo de naipes aunque lo que ha valido la pena en su vida se esté tambaleando.

 

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