• Tlaxcala
  • Pedro Morales
Avistamientos de ovnis, sobre todo en la noche despiertan interés

Desde tiempos inmemoriales en Tlaxcala el hombre ha mirado al cielo, de esto hay evidencia en los petroglifos, en las pinturas rupestres, en los murales de Cacaxtla, la relación con el espacio es evidente.

Miles de figuras prehispánicas de arcilla dan cuenta de un mundo fantástico, algunas representan a seres inexistentes, no sabemos si se trata de la imaginación o son retratos de seres que ellos vieron,

En ciertas temporadas han ocurrido fenómenos que han llamado la atención, poco a poco se abordarán los temas como el avistamiento de humanodides de humo en la Malintzi.

El milagro de la niña que desapareció en la montaña y que luego apareció sana y salva, el ovni de Axocomanitla y recientemente el furor que causó hace poco un objeto luminoso en el cielo de Huamantla.

Los avistamientos se han dado por todos lados, al final de la década de los 70 llamó poderosamente la atención el supuesto accidente de un ovni en los límites territoriales de Puebla y Tlaxcala.

El asunto pareció ser confirmado por los reportes de personas en la Sierra Norte de Tlaxcala que afirmaban haber visto luces en el cielo, en trayectoria descendente y cuya presencia había sido punteada por varias explosiones muy fuertes que sacudieron la región.

Éste es uno de los supuestos incidentes de ovnis caídos a tierra; y es de los más conocidos, dentro del concierto latinoamericano.

El fenómeno ocurrió el 29 de julio de 1977. A las 6:10 de la mañana, el director de cine Abel Salazar junto a su equipo de trabajo, se aprestaba a filmar las escenas finales de su película "Picardía Mexicana"-

De pronto, aparecieron en el cielo tres objetos voladores que viajaban a una increíble velocidad.

Sin saber qué era lo que estaban viendo, pero seguro que no era algo conocido, Abel ordenó que se grabara su paso por el cielo.

Esta filmación, hecha en cámara de cine por un camarógrafo profesional, Javier Cruz es, sin lugar a dudas, un documento de valor incalculable.

La grabación dura 22 segundos, y fueron testigos de ella 14 personas.

Esa misma mañana, los reportes del avistamiento se multiplicaban en la Ciudad de México. Los tres objetos dejaban una estela a su paso, y su velocidad era dos veces superior a la de un avión.

Los "aparatos" pasaron por Zihuatanejo, llegaron a Ciudad de México donde los filmaron y terminaron su recorrido en Puebla, donde fueron vistos por muchas personas, para desaparecer tras las montañas.

Luego de eso, se escuchó una explosión.

En Tlaxcala, Manuel Tapia, observó el fenómeno de esta manera:

El 29 de julio, a las seis de la mañana, vi a esos objetos.

Eran tres luces de color rojo; iban de Sur a Norte, a vertiginosa velocidad.

Los tres objetos –continúa Tapia-, los perdí de vista tras las montañas.

Dos o tres minutos después se escuchó un estallido. “Yo no vi que cayera ninguno de los objetos, sólo los vi desaparecer y luego escuché como que algo rodaba por el cerro, una vibración muy fuerte que hasta estremeció el suelo como un temblor”.

Emilio Fernández, presidente municipal de Terrenate, declaró:

Acá mucha gente lo vio: un objeto muy grande que iba sacando lumbre por todos lados. Pasó a gran velocidad, e inmediatamente después que se perdió de vista se oyó un golpe, como desgarre de piedras. Fue tan fuerte el impacto que se estremeció la tierra.

Plutarco Briones, vecino de La Caldera, Tlaxcala declaró:

Todos dicen... pero ninguno lo ha visto. Algunos dicen que está en el Cerro Grande, otros que en El Mirador, como cuentan. Unos señores de Tlixtalaco decían que estaba en el cerro y que no lo podían sacar... pero sólo dicen.

Al parecer el OVNI no había caído en el estado de Tlaxcala sino un poco más al Noreste, en la Sierra de Puebla.

Había muchos reportes pero todos desperdigados en la geografía de aquel Estado. Se hablaba de lugares distantes por lo menos 20 kilómetros uno de otro.

Uno de los mejores reportes fue el de un humilde vendedor de manzanas que bajó de la sierra al pueblo de San Francisco Ixtacamaxtitlán para notificar a los habitantes que el extraño objeto luminoso se había estrellado en las montañas.

La mecha estaba encendida, a partir de ese momento los habitantes del lugar no hablarían de otra cosa más que del OVNI que se había estrellado en la sierra, la prensa de varias localidades publicaría constantemente fantásticos relatos sobre una nave interplanetaria averiada.

El lugar donde supuestamente había caído el objeto es una de las regiones más cerradas de la Sierra Madre Oriental, pero eso no amedrentó a los “ufólogos”.

Un verdadero tropel de periodistas, investigadores amateurs, excursionistas, fanáticos y simples curiosos se lanzaban a Ixctacanaxtitlán o a Libres, Puebla, y de ahí a la sierra, para tratar de encontrar los restos del “artefacto”.

A la redacción de Contactos Extraterrestres se comunicaron diversas personas de Puebla y Tlaxcala asegurando que habían estado en el lugar de los hechos y tenían fotografías del “aparato” estrellado.

Por supuesto, ninguna de estas personas mostró tales fotografías.
 
Cientos de reporteros y curiosos se dieron en la tarea de buscar los restos del supuesto ovni, pero desgraciadamente fracasaron.

Los reporteros de la ya desaparecida revista "Contactos extraterrestres" siguieron la búsqueda, pero se toparon con los rumores de la gente, como los que siguen:

Los pobladores jugaron fútbol con ets, los ets se comieron unas vacas, el ejército mexicano capturó la nave y a sus tripulantes, la Nasa se presentó en el lugar de los sucesos, etc.

No fue hasta finales del año del suceso cuando los investigadores Héctor Chavarría y Pablo Latapi recibieron una carta, firmada por tres profesores, en la que se aseguraba que las autoridades de Jopala, Puebla, tenían en su poder un "pedazo de metal caído del cielo".

Ante la posibilidad de que lo informado fuera cierto, y por el hecho que los firmantes se identificaban, ambos ufólogos se dieron la tarea de averiguar esta situación.

Lo que ocurrió fue que el profesor Miguel Cruz vio caer el pedazo de metal, y lo entregó al sacerdote de la iglesia de Jopala, quien no lo quiso recibir, por lo que el trozo fue finalmente remitido al presidente municipal de nombre Antonio Hernández.

Ya en manos de Chavarría y Latapi, el trozo o parte de él, fue sometido a un análisis, el que arrojó los siguientes resultados:

Carbono : 0,28 %
Manganeso : 0,84 %
Silicio : 1,13 %
Cromo : 0,77 %

Además, se encontró una pequeña cantidad de cobre, molibdeno y níquel. El resto era hierro.

Sometido a otro análisis, el trozo demostró ser de alta pureza, por el bajo contenido de azufre que tenía. Los metalúrgicos, tal vez llevados por la corriente, aseguraron que el trozo había llegado del espacio.

Además, se contaba con una filmación, miles de testigos, un trozo de metal y el apoyo de la gran mayoría de los ufólogos. ¡El caso perfecto!

Todo quedó así hasta 1990, cuando, amparado en el Acta de Libertad de Información, el ufólogo Héctor Escobar envió una carta al Comando de Defensa Estratégica de los EEUU, dando los datos del hecho.

Tiempo después, recibió una carta en la que se le aseguraba que el mismo día, a la misma hora y por el mismo lugar, había entrado a tierra la tercera fase del cohete soviético que puso en órbita al satélite ruso Cosmos.

Resultado: El caso perfecto mexicano resultó ser un pedazo de chatarra volviendo a tierra.

Como conclusión, se deduce que ante un hecho declarado desconocido, no hay que echar a volar la imaginación.

Primero hay que hacer un estudio metódico, serio y alejado de fanatismos para llegar a la respuesta.

Si ésta no se halla por medio de estos métodos, es tal vez factible pensar en algo más.

Este tipo de forma de llevar los casos son los que aportan a la verdadera ufología, más vale un caso serio y bien estudiado que miles sin un estudio mínimo.

Lo extraordinario y fantástico de los rumores hizo que Héctor Chavarría y Pablo Latapí Ortega decidieran ir cuanto antes al mentado cerro y averiguar qué era lo que realmente ocurría.

Como era de esperar no había enanitos verdes, tampoco azules, ni de ningún otro color.
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