- Política
La Organización de las Naciones Unidas, preocupada por los niveles de violencia contra las mujeres en el mundo, declaró que el 25 de noviembre de cada año debe estar dedicado a la reflexión y a la acción para poder erradicar este mal en todas sus formas que tanto ha afectado el desarrollo integral de la humanidad.
Lamentablemente Tlaxcala no escapa a esta realidad y la violencia contra las mujeres que se hace en nuestra entidad es cada vez más dura y cruel ante la indolencia y la inacción de las instituciones de gobierno. Tal parecería que el Instituto Estatal de la Mujer está mucho más preocupado por lograr espacios protagónicos para su titular, que por generar una estrategia verdaderamente sostenida que permita concientizar a la población en torno del freno a los actos de violencia y discriminación contra la mujer.
En esta entidad hasta siete de cada diez mujeres mayores de quince años que hayan sostenido una relación conyugal, de unión libre y hasta de noviazgo, al menos una vez en su vida ha sufrido violencia física; en una extraña paradoja, la mayor parte de las mujeres que han sufrido y sufren de violencia de cualquier género es de aquéllas que trabajan. Hace unos cuantos días, nos indignó la comisión de un crimen ignominioso en que un hombre asesinó a su pareja a puñaladas cuando ésta le comunicó que estaba embarazada.
No se trata de un asunto de enfoque o de parcialidad. Todas y todos debemos entender que mientras haya violencia y discriminación de cualquier género en contra de las mujeres, nuestra sociedad seguirá atada al retraso y a la falta de desarrollo. No obstante, yo deseo, a nombre de todas las mujeres de Tlaxcala, hacer un enérgico llamado desde esta tribuna a las dependencias del Ejecutivo del Estado para que dejen sólo de simular y operen estrategias de corto y largo plazo que den resultados tangibles en la disminución de esta problemática social.
Es muy lamentable que apenas unos cuantos municipios de Tlaxcala hayan podido acceder a los apoyos que otorga el Instituto Nacional de las Mujeres y con ello se hayan perdido recursos financieros muy valiosos que pudieron haber servido para la promoción de acciones en contra de la violencia integral a las mujeres.
La igualdad de género no puede ser un tema sujeto a caprichos o a conveniencias coyunturales; tampoco es algo que las mujeres manejemos solamente como una reiteración hueca. Quiero enfatizar que mientras los poderes públicos no nos comprometamos verdaderamente con la lucha tenaz en contra la violencia y la discriminación hacia las mujeres, todo lo demás que hagamos quedará sin efecto, pues estaremos dejando en situación de desventaja a más de la mitad de la población.
Me extraña mucho, y es muy de lamentar, que el Instituto Estatal de las Mujeres no haya hecho un gran esfuerzo de coordinación social para que todos los actores participemos en diferentes niveles y campos en erradicar la violencia de género. Si no se entiende la complejidad de este problema, si no se logran dimensionar todas sus aristas y particularidades, y sobre todo, si no se tiene la suficiente inteligencia y sensibilidad social para plantear acciones viables y sostenidas, nunca podremos rescatar a las mujeres de la realidad cruel en la que viven todos los días al acecho de la violencia en todas sus formas.
Yo deseo que las primeras comprometidas en acciones de largo aliento para combatir esta situación seamos las Diputadas de este Congreso local. No se diga que nosotras sólo subimos a criticar o a puntualizar los errores. Hemos estado y estamos a disposición de iniciar acciones que generen resultados.
Más de la mitad de las mujeres tlaxcaltecas han sabido, al menos una vez en la vida, lo que es vivir bajo el dolor de la violencia física y ante la amenaza inminente de que los ataques se repitan; un porcentaje similar viven o han vivido bajo la presión de la violencia psicológica o económica de parte de sus respectivas parejas y esto ha mermado sin duda su calidad de vida.
Un hogar en donde haya violencia intrafamiliar no puede ofrecer condiciones óptimas de desarrollo para sus hijos, y si a esto añadimos el lamentable hecho de que los hijos de hogares violentos casi en todos los casos se convierten en multiplicadores de este modelo negativo. Por eso la atención de este problema tiene que ser prioridad para todos los niveles de gobierno, pues se trata de un asunto hasta de salud pública, pero ante todo del hecho de que la inacción nos llevará a ser una sociedad sin desarrollo, sin prosperidad y sin igualdad.
Las mujeres de Tlaxcala, de México y de todo el mundo tenemos el pleno derecho de vivir sin violencia para poder garantizar núcleos familiares que a la vez tengan condiciones para generar condiciones de crecimiento integral.
Ya es hora de acción, no de simples discursos y protagonismos. Las mujeres lo valemos.
Muchas gracias