Cada día ocurren cuatro robos de arte religioso en México, lo que representa un botín de unos 8 millones de dólares anuales y en Pascua la cifra asciende a 6 piezas con valor que va de 1,000 a 100,000 dólares.
Al no contar con un catálogo general, no estar aseguradas y no tener una fotografía de la obra, es difícil localizar las piezas sustraídas ilegalmente, dice Paul Achar, presidente de la Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas (Somaap).
La indiferencia de propietarios y autoridades sobre el arte sacro genera que México ostente uno de los primeros siete lugares en el mercado negro de arte religioso.
“En catedrales y pequeñas iglesias paulatinamente pierden su patrimonio artístico. No se trata sólo de pequeñas esculturas y óleos, sino incluso biombos, retablos y diversas piezas de ornato en altares y cristales.”
De acuerdo con el experto es en Tlaxcala y Michoacán donde más robos de arte religioso se reportan. Incluso, “en tales entidades ingresan a prisión sacerdotes que cometieron el ilícito”, comenta Achar.
Aunque en el país los robos de arte prehispánico superan las 1,000 piezas anuales, las obras religiosas reportan aún más pérdidas porque no existe un catálogo para identificarlas y al representar imágenes santas los fieles y sacerdotes se niegan a catalogarlas como arte para que no pierdan su halo inmaterial, comenta Achar.
Existen unos 20,000 sitios dedicados al culto religioso que albergan hasta 5 millones de piezas de arte sacro, lo que lo convierten en uno de los países más ricos en arte religioso y aunque no se denuncia mucho este hurto, se han contabilizado hasta 30 iglesias afectadas cada semana durante 2015.
Inicialmente se pensó que este robo tenía que ser una especie de protesta religiosa o robo hormiga, pero en el último año se destacó que 42% de estos robos corresponden al crimen organizado que encontraron un mercado natural para el arte sacro en el extranjero.
“Las rutas que sigue el robo de arte sacro corresponden a las trazadas para el narcotráfico: México, frontera norte, Estados Unidos y Europa o Asia”, comenta Achar, quien enfatiza que el arte sacro representa una opción de lavado de dinero.
Así, el tráfico de estas piezas no sólo se ofrece a través de internet, sino que se comercializa libremente en mercados populares y hasta en la cajuela de los automóviles a la salida del aeropuerto, dijo el presidente de Somaap.