Cacaxtla llega a las cuatro décadas de su descubrimiento, “no hay nada que celebrar”, dicen los custodios, otrora poseedores de la tierra, está abandonada, no la promueven, se está destruyendo”.
En escultor y pintor de renombre internacional Martín Rojas Hernández lamenta la situación tan precaria y de abandono que presenta la zona arqueológica de Cacaxtla, justo al cumplir sus 40 años de haber sido descubierta.
“Cacaxtla sigue desapareciendo, a veces por el desconocimiento de algunas autoridades para poder rescatar y preservar la zona de manera efectiva, yo observo ya una grave pérdida de más del 60 por ciento de la pintura del Mural de la Batalla”.
Del esplendor de ese azul maya, de esos ocres, verdes, negros y amarillos que surgieron en todo su esplendor en esa mañana de 1975 cuando el rostro del Personaje Ave, con su tocado y mirada fiera asomaba a la luz del día.
Recuerda que en aquel tiempo “hicimos la propuesta para que se rescataran los murales, porque es factible rescatarlos mediante técnicas modernas, pero desgraciadamente estas sugerencias caen en saco roto y eso es una lástima”.
EL GRAN BASAMENTO SE DESMORONA
Los custodios y vigilantes de la zona arqueológica, ya no se extrañan por la ausencia de un director del sitio, el Instituto Nacional de Antropología (INAH), y mucho menos hay un arqueólogo que se encargue del mantenimiento del Gran Basamento, esto ocurre desde hace años y el daño es evidente en la zona poniente del Gran Basamento.
La erosión causada por la temporada de lluvias es evidente, se suma a pequeños derrumbes que se han registrado al interior del basamento, como ha ocurrido en el Templo Rojo, donde a simple vista se aprecian graves daños a la pintura mural.
Todo está lleno de grietas, no hay mantenimiento de consolidación y de acuerdo a versiones de los propios custodios, con los temblores los murales se han agrietado en pequeños fragmentos.
LOS DEL INAH SOLO VIENEN POR EL PRESUPUESTO
El daño es progresivo y lo que ocurre en Cacaxtla es muy simple, de acuerdo a los ejidatarios convertidos en custodios, “los arqueólogos solo vienen cuando hay presupuestos, vienen para llevarse el dinero, pero en realidad la zona arqueológica que debería ser orgullo de Tlaxcala, no les importa para nada”.
Cabe destacar que la limpieza con que Cacaxtla recibe a los visitantes es evidente, no hay maleza, los caminos están cuidados, no hay basura, los trabajos de limpieza son constantes en las jornadas de trabajo.
Ese es el esfuerzo y el cariño que le pone la gente de San Miguel del Milagro a su zona arqueológica, sin embargo aseguran que la gente que viene de fuera solo viene a medrar con los presupuestos.
Las tareas de investigación y salvamento arqueológico se realizan con cifras multimillonarias, como la que llevó a descubrir dos cuerpos más del basamento con una inversión cercana a los tres millones de pesos.
Pero una vez concluidos los proyectos, no hay responsables para las tareas de consolidación y mantenimiento, al grado de que en estos momentos se puede constatar a simple vista el daño que registra el Gran Basamento.
Se nota el daño y la destrucción que han causado las columnas, a sus lados el vestigio se desmorona y se lo lleva la corriente de agua, sobre todo si se toma en cuenta que el material con que fue construido es barro y tepetate.
Las mallas que han colocado para detener la erosión ya no sirven para nada, y los ejidatarios consideraron que es mejor que el INAH se retire y deje en manos de los tlaxcaltecas la administración y mantenimiento del complejo arqueológico de Cacaxtla-Xochitecatl.
Sobre todo por el tamaño de esta zona que solamente en su basamento abarca una superficie de 200 metros de longitud, por 110 de ancho y 25 metros de altura, que se logró a base de la construcción de niveles cada 52 siglos.
Era la celebración del fuego nuevo, se tapaba una etapa, con sacrificios humanos, principalmente de niños, y el sitio se quedaba como lo dejaban y esto ocurre en El Templo de Venus, El Templo Rojo.
EL LUGAR DEL SACRIFICIO DIVINO
El Mural de la Batalla o del Sacrificio Divino y las imágenes del pórtico donde se ubican los personajes Ave y Jaguar se encuentran como originalmente fueron sepultados.
El sitio alcanzó su esplendor entre el 600 y 950 d.C. y el sitio es contemporáneo de Xochicalco, Cholula y El tajín y se ubica que fue obra de los Olmecas-Xicallancas, cuya influencia se hace manifiesta por las pinturas relacionadas con las culturas de la costa del Golfo del Altiplano Central.
Hace 39 años, pobladores de San Miguel del Milagro, del municipio de Nativitas, encabezados por Manuel Vega Piscil, encontraron por accidente uno de los primeros murales prehispánicos del sitio de Cacaxtla, y lo notificaron al párroco, quien dio aviso a las autoridades del Instituto INAH.
Así arrancó la exploración de “la joya” de la arqueología en Tlaxcala, cuyo descubrimiento es un acontecimiento ocurrido en octubre de 1975, y Cacaxtola esconde tesoros desde los primeros asentamientos en los periodos Formativo (1600-800 a.C.) y Preclásico (800 a.C.-100 d.C.); pasando por la primeras ciudades del Epiclásico (100-950 d.C.), hasta los estados y señoríos del periodo Posclásico (900-1521).
Tras el hallazgo del sitio prehispánico, las estructuras y los murales del sitio arqueológico quedaron expuestos a las inclemencias del clima.
LA MALDICIÓN DE LA GRAN TECHUMBRE
Para proteger los murales, en 1989, se colocó una enorme techumbre sobre el cerro; en mayo de 2007, una tormenta de granizo tiró un extremo de este techo, por lo que tuvo que ser reforzado.
Ahora el acceso cuesta 57 pesos, pero los destinos del dinero se van a oficinas centrales, mientras la falta de mantenimiento tiene en mal estado a las escaleras y pasillos de tránsito, donde la madera se ha torcido, las protecciones de los andadores se van destruyendo.
Pero lo más graves es que no hay mantenimiento arqueológico, por lo que los custodios y vigilantes consideraron que sería mejor una administración local, para evitar tanto descuido y abandono.
URGE ATENCIÓN SERIA
La investigadora y arqueóloga, Mari Carmen Serra Puche urgió a poner atención al rescate del “Mural de la Batalla” de Cacaxtla, ante su evidente deterioro que cada vez es más notorio al perder los pigmentos su brillo y colorido, señaló que es responsabilidad del INAH y de restauradores preservarlos.
Entrevistada la especialista en rescate y salvamento arqueológico comentó que en Xochitécatl se han excavado varis de las terrazas habitacionales, de las gentes que vivían en la región de Cacaxtla y Xochitecatl.
Refirió que el año pasado se descubrió en una excavación lo que parece ser un taller de cerámica de 800 años antes de Cristo y consideró que esto es muy importante y que ahora se buscan recursos para explorar las terrazas, donde seguramente existen vestigios de la vida cotidiana de la gente de esta zona.
SE BORRA EL MURAL DE LA BATALLA
En cuanto hace a la afectación en el colorido del “Mural de la Batalla”, Serra Puche indicó que efectivamente es un problema que ya lleva muchos años y que corresponde al INAH y a los restauradores ver cuál es la forma de seguir preservándolos.
En ese sentido, la investigadora reconoció que desde que los conoció a la fecha, es notable la afectación, principalmente por el clima, el viento y hasta la actividad del Popocatépetl.
Sin embargo, hizo notar que aún se puede admirar el maravilloso azul maya y que no se pierdan hay que hacer lo necesario, desde hacer una reproducción y taparlos no hasta sacarlos en un momento dado con las nuevas técnicas y llevarlos a un lugar más protegido.
“Yo como experta, lo que haría sería hacer una reproducción, para protegerlos y evitar que se sigan destruyendo”
Lo anterior debido a que el “Mural de La Batalla”, de la zona arqueológica de Cacaxtla, cada día pierde sus hermosos colores, han bastado 40 años para que intervenciones equivocadas y la falta de una protección adecuada, ya han causado la pérdida de 70 por ciento o más del colorido original.
Desde hace cinco años, los propios arqueólogos de la zona alertaron sobre la desaparición del pigmento del mural, dijeron que hubo intervenciones de mantenimiento equivocadas, por parte del INAH.
Incluso que se habían borrado varios elementos, uno de ellos “Tres Corazón Sangrante”, que forma parte importante de la iconografía del mural, además de que otras intervenciones y equivocadas medidas de protección hacen temer que en menos de cinco años ya se habrán perdido estos vestigios irremediablemente.
El Mural de la Batalla mide aproximadamente 22 metros de largo y 25 metros cuadrados de superficie, por lo que se le considera uno de los más grandes en extensión del México prehispánico.
En él están representados los guerreros Jaguar de Cacaxtla, ricamente ataviados y armados venciendo a unos guerreros Águila, colocados en posición sumisa, desnudos y sin armas.
Desde su descubrimiento, el principal reto es evitar su deterioro, alguien sugirió colocar una barrera de vidrio, que actualmente existe, pero de acuerdo a las observaciones de los propios custodios, porque en este momento no se puede obtener una opinión calificada.
Esto debido a la notoria ausencia física de representante alguno del INAH, ni arqueólogos, ni encargados, menos hay un director que responda a las dudas o que se haga responsable del mantenimiento de la zona en su conjunto.
EL POPOCATÉPETL TAMBIÉN CONTRIBUYE CON SUS EMANACIONES
Esa barrera de vidrio que le fue colocado al mural, causa rizos de viento que tallan literalmente las pinturas directamente, con cristales microscópicos de partículas de polvo, que al paso de los años se convierten en lija que se lleva el azul maya.
Otro factor grave de afectación, es la resolana que en las tardes soleadas pega directamente en el mural, sin protección alguna y esta es la principal causa de la acelerada desaparición de los colores azul maya, blancos, negros, ocres, verdes y rojos.
Los llamados de advertencia no han sido escuchados por los empleados del INAH, quienes con soberbia y altanería retan a que se dé información oficial o quieren saber quién da noticias, sin que sean oficiales, para proceder en consecuencia.
Mientras ya se cumplen cuarenta años, de este maravilloso descubrimiento que revela la grandeza del pasado de los tlaxcaltecas y que poco o casi nada se hace desde la administración para impular y cuidar esta herencia de nuestros antepasados.