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No llegaron los diez mil esperados, como tampoco llegó Manlio Fabio Beltrones

Si Manlio Fabio fue el gran ausente en la Convención de Delegados donde ratificaron a Marco Mena Rodríguez, como candidato del PRI a la gubernatura de Tlaxcala, el protagonismo de Mariano González; "una estrella que se apaga para que otra se encienda" -dijo en su discurso- se llevó las palmas de los miles de delegados que reafirmaron esa unción por unanimidad.

Pues esa estrella que languidece aprovechó el nutrido foro -entre cinco mil y seis mil- la mayor parte de los cuales fue acarreada, para rechazar el concepto de cacique, sin duda respondiendo a un video en Youtube, donde a los González, Bretón, Sánchez, Cervantes, les otorgan dicho atributo y los resposabilizan por el retraso que parece la entidad.

Aprovechó el turno estelar, después de las intervenciones de Mena, el candidato del continuismo, y de Joaquín Hendricks, secretario técnico del Consejo Político Nacional.

Entonces Mariano preguntó al respetable, ¿quieren discurso? y antes de advertir cualquier desánimo, se desembozó y comenzó la cascada de vituperantes elogios en voz propia.

Rechazó tener parentela en su administración, dio la bienvenida a los alcaldes panistas Jorge Luis Vázquez, de Apizaco, a Filemón Acoltzi Nava, de Contla y Martín Rivera Barrios,  de Terrenate (PAC), y de paso embistió a sus antecesores, su primo Alfonso Sánchez Anaya y Héctor Ortiz, responsables, a su parecer de doce años de falta de progreso, pese a que "les salía el dinero hasta por las orejas", los acusó.

La ciudad de Tlaxcala se desquició. En el centro, el carnaval de desarrollaba en media docena de pistas; en el lienzo charro había manganas y pasos de la muerte y en la explanada del recinto ferial tenía lugar desde las nueve horas un grotesco acarreo (10 por cada director, 30 por coordinador y al menos cien por cada secretario) que recibió cientos de autobuses desde las nueve de la fría mañana dominical.

Mariano se salió con la suya. Exhibió una vez más la falta de liderazgo de su delfín Marco Mena Rodríguez (quién es, se pregutaban varias de las parvadas de porristas de ocasión). Se llamó estrella a sí mismo, y hasta omitió destacar a la auto nombrada salvadora del Tricolor, Rosalía Peredo Aguilar. Luego se acordó y la mencionó.

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