• Tlaxcala
  • Pedro Morales
A cuatro años de la tragedia en Jesús Tepactepec, Nativitas

Ante las diversas explosiones de pólvora que se han registrado en diferentes fechas y lugares de nuestro Estado, frecuentemente en torno a celebraciones religiosas, el obispo de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón refrendó sus recomendaciones.

Indicó que tras las desgracias humanas y materiales; pero sobre todo, ante la magnitud de la explosión del viernes 15 de marzo de este 2013 en la Comunidad de Jesús Tepactepec, del municipio de Nativitas.

Debido a que tras esa desgracia se registraron 25 personas que perdieron la vida, “hago un llamado a la conciencia de este noble pueblo tlaxcalteca, para que reflexionemos y tomemos las medidas oportunas que garanticen el uso responsable y ordenado de la pólvora y de todo tipo de explosivos”.

Este doloroso acontecimiento no es un castigo de Dios, pues él es padre de amor y misericordia con nosotros.

Es, más bien, una llamada de atención, una exhortación paternal, para que hagamos una conversión de nuestra vida a él y a nuestros hermanos.

“Hagámosle caso al Señor que nos dice: No endurezcan su corazón”, y reconozcamos las señales que nos hace detrás de las cosas grandes y pequeñas.

Nos urge reconocer que la vida humana es un don de Dios que debemos cuidar y cultivar en cada persona y, desde luego en los espacios donde se congregan grupos de personas.

Por lo mismo, evitemos todo lo que ponga en riesgo su integridad física.

Aunque la quema de pólvora no se realiza únicamente en torno a las fiestas religiosas, sino que también se da en otros ámbitos de la vida social.

Sin embargo, por el bien de la comunidad humana y de acuerdo a los valores evangélicos, debemos asumir desde la Iglesia una actitud responsable, tomando en cuenta la experiencia del pasado y mirando con responsabilidad hacia el futuro.

Por lo mismo, como obispo de la Diócesis de Tlaxcala, dispongo lo siguiente:

I.- El párroco instruirá y motivará a las gentes de su parroquia, comenzando por los fiscales, mayordomos y comisiones, acerca del contenido de este comunicado, de modo que, aunque él no decide la compra y quema de cohetes.

Sin embargo, por estar al frente de la parroquia y ser el único representante legal de la misma, en adelante se esmerará en formar la conciencia de su pueblo en esta materia tan delicada y pedirá a los organizadores de cada festejo religioso que se ciñan a las normas dadas por la diócesis, pues, de otra manera, serán los responsables directos de cualquier contingencia ante las autoridades civiles correspondientes.

II.- Las celebraciones festivas, vinculadas a la Iglesia, no necesariamente deben incluir la quema de pólvora, pues la ofrenda que le agrada a Dios brota de lo íntimo de nuestro corazón y toda expresión externa de esa ofrenda debemos purificarla, de modo que sea grata a sus ojos.

El dinero de las colectas que se realizan por las casas de la comunidad, puede destinarse también a las ofrendas florales, alfombras o tapetes; a la restauración y embellecimiento de su templo; a la edificación de espacios para los trabajos pastorales en la parroquia; a la ejecución de alguna obra social, al cuidado de los enfermos o a la asistencia y promoción de las personas más pobres y necesitadas de la comunidad.

III.- Los organizadores de una fiesta religiosa, cuando se empeñen en la compra y consumo de la pólvora, deberán cumplir con los siguientes requisitos, acatando las disposiciones de la Diócesis de Tlaxcala y la legislación y reglamentación civiles en esta materia:

Obtener, por escrito, en cada caso, el permiso de las autoridades civiles correspondientes y acatar sus indicaciones.

Evitar los excesos y las competencias con las comisiones de años anteriores o con otras comunidades o pueblos, respecto a las cantidades de pólvora consumidas.

Resguardar la pólvora por el tiempo mínimo que se requiera y en un lugar seguro, donde no se exponga a las personas.

No almacenar pólvora ni explosivos en los espacios propios de la parroquia, ni en las casas–habitación.

Tampoco guardarlos como reserva o inversión para un festejo futuro.

Este delicado oficio nunca se dejará a la improvisación o espontaneidad y lo desempeñarán únicamente las personas capacitadas y autorizadas por las instancias civiles correspondientes.

La quema se hará en un lugar seguro, lejos de los espacios de convivencia de las personas; nunca entre los puestos de vendimias, ni bajo los transformadores o cableados, y siempre y cuando las condiciones atmosféricas no sean adversas.

Por el riesgo mayor que implican, han de evitarse los espinazos o pinos en las calles, en los atrios de los templos y en cualquier espacio donde haya proximidad o tránsito de personas.

Para nuestro pueblo tlaxcalteca ha sido muy importante el uso de la pólvora en sus frecuentes y variadas fiestas.

Los usos y costumbres sean bienvenidos siempre y cuando no contravengan la ley vigente y no atenten contra los derechos y la seguridad de los ciudadanos.

En este sentido, nunca serán demasiados los cuidados que pongamos para evitar una nueva desgracia.

Hago un llamado a las instancias de gobierno correspondientes para que, en conocimiento de esta disposición dada a las 73 parroquias de la Diócesis de Tlaxcala, incluidas sus diversas comunidades, actúen de acuerdo a sus competencias en esta materia tan importante.

Tomando en cuenta que la compra, consumo y quema de pólvora tiene una larga tradición en nuestro estado de Tlaxcala, todas las instituciones y el pueblo mismo somos de una u otra manera, por acciones u omisiones, corresponsables en las desgracias que han acontecido.

En este momento tan doloroso para el pueblo tlaxcalteca, es muy importante que, más que buscar culpables o provocar enfrentamientos de personas o de grupos, miremos hacia el futuro, nos mantengamos unidos y manifestemos nuestra solidaridad con los familiares de nuestros hermanos que han muerto y con aquellos que están heridos en su cuerpo o en su interior.

El amor es el único bálsamo para curar las heridas del corazón y todos podemos compartir lo que somos y tenemos.

Aún es tiempo.

Que nadie permanezca indiferente ante tantos sufrimientos y necesidades, porque todos somos hijos de Dios, nuestro Padre común, que nos quiere ver unidos, reconciliados y en paz.

+ Mons. Francisco Moreno Barrón

Obispo de Tlaxcala 

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