- Salud
Nuestro cuerpo envejece con el paso del tiempo, obviamente, y con él, los diferentes órganos que lo conforman. Es bien sabido que el ejercicio físico moderado nos va a ayudar a mantener un buen tono durante nuestra vida y que puede prevenir enfermedades y lesiones, siempre que lo hagamos adecuadamente. Una actividad mental saludable también tiene efectos positivos sobre nuestra capacidad cognitiva, y puede frenar el envejecimiento del principal órgano de nuestro cuerpo: el cerebro.
Es una realidad: el paso de los años provoca que nuestra materia gris disminuya su tamaño, al tiempo que se pierden neuronas y algunas conexiones entre ellas y la producción de hormonas se ve alterada. El cerebro, como órgano físico de nuestro cuerpo, es susceptible a una serie de hábitos que afectan al organismo en general: la dieta, las horas de sueño o el ejercicio físico. Al mismo tiempo, algunas enfermedades del cuerpo también pueden afectarle, especialmente las cardiovasculares.
Pero el cerebro tiene unas funciones particulares, y sus capacidades requieren un entrenamiento especializado. Es decir, “poner en forma” a tu materia gris requiere darle actividad y presentarle retos. Esta última parte es importante, ya que se ha demostrado que no basta con que esté simplemente activo para conseguir sensibles beneficios, como el retraso del envejecimiento; además, requiere que las actividades sean desafiantes, como aprender una habilidad nueva o perfeccionar a mayor nivel alguna que ya tenemos. En este punto, es interesante señalar a los deportes mentales: las damas o el backgammon son algunos ejemplos.
En este aspecto, el caso más evidente es el del ajedrez. Entre sus beneficios está, incluso, el hecho de ayudar a prevenir el Alzheimer, según un estudio publicado en The New England Journal. Su dinámica nos obliga a utilizar los dos hemisferios, teniendo que trabajar aspectos como la atención y la concentración, la memoria, la planificación o la adaptación y creación de nuevas estrategias, lo que nos lleva a tener que ser más creativos e, incluso, gestionar nuestras emociones. Ya sea aprendiendo a jugar o perfeccionando nuestras habilidades, esta disciplina es altamente recomendable para mantener nuestro cerebro “a punto”.
El ajedrez es considerado el rey de los deportes mentales y un caso paradigmático en materia de beneficios cognitivos, como hemos explicado, pero tiene más potencialidades además de las ya expuestas. Por un lado, el hecho de que existan numerosos torneos, tanto locales como internacionales (CONADE es un buen ejemplo de ello) e, incluso, vía online, propicia que se sumen aficionados de forma constante; gente de cualquier edad que descubre sus bondades y le dedica una parte de su tiempo, en detrimento de otras conductas menos beneficiosas.
Es una salida tan interesante que algunas organizaciones sin ánimo de lucro están utilizando esta disciplina como leitmotiv para evitar la exclusión de determinados colectivos, como la que dirige la campeona de ajedrez y jugadora semiprofesional de poker, Jennifer Shahade, junto a Jean Hoffman: “9 Queens”. Otro ejemplo de este tipo de iniciativas es “Ajedrez sin Fronteras”, fundada por Álvaro Van der Brule, quien lleva este juego a zonas desfavorecidas del mundo para la recuperación de la dignidad de las personas.
Pero el ajedrez y los deportes mentales no son las únicas posibilidades de hacer “gimnasia con nuestra materia gris”: adquirir nuevos conocimientos es una gran baza. Por ejemplo, aprender un nuevo idioma es una gran elección, como también lo es aprender a tocar un instrumento: todo ello nos lleva a tener que ejercitar diversas regiones neuroanatómicas.
Apuntarse a un curso para actualizar nuestros conocimientos de tecnología puede ser útil, no solo para ejercitar nuestro cerebro, sino también para adquirir materias que nos faciliten la vida, como el uso de dispositivos móviles, la navegación por internet o las plataformas de mensajería (como el omnipresente WhatsApp); una posibilidad muy recomendable para aquellos “sénior” que no son nativos digitales y no han visto el momento de adaptarse a estas nuevas formas de comunicarse y obtener información.
En definitiva, la idea es cuidar nuestro cuerpo (Mens sana in Corpore sano) y darle a nuestra mente actividades desafiantes que permitan tenerlo en forma para que, al llegar a edades avanzadas, pueda seguir rindiendo al máximo nivel posible.