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  • Cristian Mastranzo Garrido
Lorenzo, custodio de las riquezas de la iglesia

Hoy es diez de agosto, El calendario católico señala la celebración de la festividad de San Lorenzo Mártir, una figura de gran veneración entre los católicos iberoamericanos.

Cuenta la historia que San Lorenzo habría nacido en lo que hoy es el territorio de España a principios del siglo III de nuestra era. Al abrazar la fe cristiana, se hizo Diácono del Papa Sixto II y murió por un decreto del Emperador Valeriano en Roma. Le pidieron que entregara los tesoros de la iglesia y Lorenzo señaló a los pobres, indigentes, ancianos, lisiados, viudas, huérfanos y enfermos, por lo que sufrió el tormento de morir quemado vivo en una parrilla, el día 10 de agosto del año 258.

San Lorenzo Mártir es muy apreciado por toda la cristiandad, incluso por la iglesia ortodoxa. Después de San Pedro y San Pablo, San Lorenzo puede considerarse el tercer santo patrono de la ciudad de Roma. Es España es igualmente muy apreciado y venerado, principalmente porque el Rey Felipe II, en agradecimiento a haber ganado la batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, hizo que construyeran en Madrid el Monasterio de El Escorial, que tiene forma de la parrilla que es el símbolo que caracteriza a San Lorenzo. En América Latina, San Lorenzo Mártir es patrono de una enorme cantidad de ciudades y pueblos en prácticamente todo nuestro subcontinente.

Adopción de San Lorenzo como patrono de Tlacualoyan

Aunque no se cuenta con datos fidedignos, es muy posible que la comunidad que hoy se conoce como Tlacualoyan en el Municipio de Yauhquemehcan haya adoptado a San Lorenzo como su santo patrono hacia la segunda parte del siglo XVI, en un proceso generalizado de fundación y refundación de pueblos que llevaron a cabo los frailes franciscanos en el actual territorio de Tlaxcala y cuya custodia quedó en manos de la nueva nobleza tlaxcalteca, es decir, los descendientes de las familias de abolengo anteriores a la alianza con los españoles pero ahora educados bajo los cánones de la cristiandad, lo que aseguró que con el lento paso de los años y la sucesión de las generaciones, la religión católica fuera afianzando firmemente en la mentalidad colectiva.

San Lorenzo Mártir fue adoptado también por otras localidades de Tlaxcala como San Lorenzo Soltepec, en el Municipio de Tlaxco, San Lorenzo Cuapiaxtla o San Lorenzo Axocomanitla.

En el caso de San Lorenzo Tlacualoyan, Yauhquemehcan, es muy posible que haya existido alguna pequeña ermita, pues la iglesia que actualmente se erige en el centro de la comunidad habría comenzado a construirse hacia finales del siglo XVII, aunque su edificación parece haber durado muchos decenios. Hoy se le distingue fácilmente por sus características neoclásicas, propias de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Dentro de las riquezas artísticas con que cuenta la iglesia de San Lorenzo Tlacualoyan, se encuentran las dos esculturas del santo patrono, la primera puesta en el trono del retablo mayor y la otra que se pone en andas y suele salir a recorrer la comunidad o visitar

otros pueblos en los días de sus respectivas festividades. También destaca la escultura de Cristo Flagelado, atado a una columna, en el episodio de recibir los azotes y, desde luego, el Padre Jesús que suele recorrer la comunidad en Semana Santa. Todas estas son verdaderas joyas de arte sacro que deben enorgullecernos y que todos debemos cuidar y preservar.

Es muy de destacar que, al igual que en el resto de los pueblos de Tlaxcala, los fiscales han sido una autoridad de gran tradición y respeto a lo largo de siglos. Para el caso de Tlacualoyan, la autoridad eclesiástica comunitaria se conforma de un fiscal, un mayordomo, un sacristán y un campanero, todos ellos encargados de la preservación del templo, la organización de la festividad patronal y de recoger las cuotas o cooperaciones de parte de la comunidad para el sostenimiento de las propias celebraciones.

Tlacualoyan, entre tlacualeras y tlacuaches

La lengua náhuatl, propia de las tierras de Tlaxcala, definió las toponimias de los pueblos, es decir, el significado de los nombres con que habitualmente conocemos a las localidades.

Tlacualoyan parece estar relacionado directamente con dos cuestiones muy importantes. En primer lugar, con la comida, su preparación, su transporte y su degustación, a través de la figura de las llamadas tlacualeras, denominación que recibían las mujeres dedicadas a cocinar y llevar de comer a los hombres que trabajan en el campo. Por extensión, puede interpretarse que Tlacualoyan es un lugar de comida o donde se come bien.

En segundo lugar, Tlacualoyan está relacionado con la presencia abundante de tlacuaches, que son marsupiales arborícolas muy importantes para la fauna originaria del altiplano central mexicano, Alfredo López Austin, recientemente fallecido, hizo una exhaustiva investigación científica acerca de la presencia del tlacuache como figura central en la mitología de los pueblos nahuas y le encontró relacionado con mitos muy antiguos, como el de la creación de los nuevos hombres, luego de la creación del Quinto Sol en Teotihuacan, en cuya acción el tlacuache habría bajado al inframundo a robar los huesos de los hombres antiguos para que luego Quetzalcóatl hiciera a la nueva generación de seres humanos. También se le relaciona con el mito del trazo original de los ríos, que, según la indicación de los dioses, debían partir rectos desde las montañas hasta el mar, sólo que el tlacuache, famoso por beber aguamiel de los magueyes, se emborrachó más de la cuenta y por eso, al trazar los ríos, fue dando tumbos, y por ello los ríos tienen tantas curvas y requiebres. Finalmente, acaso el mito más grande relacionado con el tlacuache en la antigüedad sea el que relaciona al animal con haber regalado a los hombres el secreto del fuego, robándole de los dioses, metiendo la cola para que se le incendiara y luego, corriendo por todas las casas, fue a repar¿tir la lumbre, razón por la cual el tlacuache no tiene pelo en esa parte del cuerpo.

Como quiera que sea, Tlacualoyan tiene una gran carga histórica y de tradición.


Fiesta tradicional del 10 de agosto

En la medida de las posibilidades, los habitantes de San Lorenzo Tlaculoyan se esfuerzan todos los años por celebrar dignamente la festividad de su santo patrono. Durante 2020 y 2021, en razón de la pandemia de COVID-19, prácticamente fue suspendida la conmemoración.

Habitualmente, desde el primer día de agosto se celebra un novenario, como acto de preparación para la festividad. Las tres campanas mayores ubicadas en la parte bajan de la torre se echan a repique y los acompaña la campana esquila, más pequeña, localizada en la parte alta que, al girarse, emite un sonido agudo, potente y muy agradable.

En las vísperas de la festividad, esto es, la noche del 9 al 10 de agosto, las campanas se tocan a repique toda la noche, para lo cual, además del campanero, otras personas, principalmente jóvenes, se ofrecen para tocar las campanas.

Cuentan los abuelos que, hacia mediados del siglo pasado, existían en San Lorenzo, como propiedad de la misma comunidad, una especie de cañones, o sea, unas bocas de metal reforzado que servían para ser disparadas y causar un gran estallido. Se trataba de un par de elementos, al que la gente llamaba generalmente cámaras. En realidad, eran dos recipientes de unos cincuenta centímetros de altura, de hierro reforzado, de unos diez centímetros de diámetro, y cuyos bordes medían igualmente unos díez centímetros de espesor. Cuentan que para cargarse era necesaria la presencia de dos personas, de manera que debieron haber pesado más de cincuenta kilos cada uno. En el fondo tenían un pequeño orificio por el que se introducía un pedazo de mecha. Luego se le cargaban con pólvora, algo de paja o zacate seco y se terminaba de llenar con pedazos de tepetate que eran amacizados con una baqueta metálica para comprimir perfectamente el contenido. Lista la carga, se ponía fuego a la mecha y el estallido era tremendo.

Las celebraciones eucarísticas son el centro de la festividad religiosa. Solían efectuarse misas llamadas de tres ministros, en donde participaban igual número de sacerdotes, por lo que se consideraban de gran solemnidad. Quien esto escribe, a principios de la década de 1980, escuchó por primera vez en una misa de la festividad de San Lorenzo, a las personas que entonaban los cantos litúrgicos que de manera popular se denominaban los cantones. Don Fortino, Don Antonino y Don Lucio, utilizando el órgano de la iglesia de San Lorenzo, así como violines, con sus voces de barítono, en el caso del primero y de tenores los dos últimos, causaron en mí una viva impresión.

Igualmente es muy importante dejar aquí mención de que el 10 de agosto suele entonarse las tradicionales mañanitas en honor de San Lorenzo, a veces con un grupo de mariachis o con una banda de música de viento, amablemente patrocinada por generosos vecinos de la localidad. Dejo escrito el dato de que desde aproximadamente 1983, el Señor Julián Chamorro, padre de la actual presidenta Municipal de Yauhquemehcan, a quien también se conoce como El Molinero, por haber tenido hasta hace muy pocos años en función el único molino de nixtamal de la comunidad, compuso un poema muy bello que, con la música de las mañanitas, entonaba con gran fervor hacia la imagen de Lorenzo.

Hoy, las festividades de la comunidad se enmarcan en eventos artísticos y culturales, bandas de música, flores ofrecidas al santo patrono, fuegos artificiales, juegos deportivos, tienta de vaquillas, juegos mecánicos, puestos de antojitos, bailes populares y, sobre todo, la recepción en la casa de los vecinos de los familiares y amigos que, para afianzar los lazos de cercanía, acompañan a los lugareños en la celebración anual de la festividad de San Lorenzo.

Para este año 2022 se espera una celebración muy particular, pues, por primera vez se tendrá un intercambio cultural con la ciudad de Oaxaca de Juárez, presentándose un grupo de danzantes para hacer el tradicional recorrido al que llaman desfile de calendas, por las principales calles de la localidad.

Este 13 y 14 de agosto será muy especial para nuestro pueblo, para San Lorenzo Tlacualoyan.