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En el estado de Tlaxcala, dos mujeres extraordinarias desafían el paso del tiempo y demuestran que la longevidad es más que un número en el calendario.
Reynalda Zamora Hernández y Gorgonia Sánchez Pérez, ambas superando los 100 años de edad, son testigos vivientes de un siglo de historia y tradición.
Doña Reynalda, una mujer originaria del municipio de Terrenate, cuenta con 103 años, según lo certifica su credencial de elector. Pero su energía y vitalidad parecen contradecir la cifra. Su vida es un ejemplo de dedicación y amor por la tierra.
A diario, cuida con esmero a sus gallinas, planta y trasplanta árboles frutales, y mantiene un jardín que, en cada flor y fruto, refleja su espíritu resiliente. Rodeada de sus hijos, hijas, y nietos, Reynalda dice que el secreto de su longevidad radica en la alimentación, en mantenerse activa y, sobre todo, en bailar.
Ella asegura que evita los embutidos y la comida grasosa, incluso mencionó que es beneficiaria del programa de despensas para grupos de atención prioritaria del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (Sedif), con cuyos insumos mantiene una alimentación balanceada.
Aunado a ello, Reynalda comenta con una sonrisa que, a lo largo de su vida, el baile le ha permitido mantener el cuerpo ágil y el corazón contento. A pesar de los años, su rutina diaria sigue siendo una mezcla de actividad física y conexión con la naturaleza, dos elementos que han sido su refugio y su medicina.
Al igual que Reynalda, Gorgonia, quien cumplirá 103 años el próximo 9 de septiembre, es un verdadero ejemplo de resiliencia. Ella recibió terapia en la Unidad Básica de Rehabilitación (UBR) de San Matías del SEDIF; ahí junto con una de sus hijas, recibieron atención para seguir adelante.
Nacida en el municipio de Atltzayanca, Gorgonia enfrentó una vida que lejos de ser sencilla, estuvo llena de desafíos. Como madre soltera, se dedicó a vender ropa, cazaba animalitos silvestres para alimentar a sus hijos, sembraba y cosechaba sus propios alimentos. Ella también cree que la tierra fértil de Tlaxcala la ayudó a salir adelante con su familia, y le enseñó todo lo que sabe.
Su amor y determinación la llevaron incluso a prepararse como partera, una labor que no solo le permitió subsistir, sino que también la llenó de una profunda satisfacción. Con este oficio sagrado, Gorgonia ayudó a traer al mundo a numerosos bebés, acompañando con ternura a las madres en los momentos más cruciales de sus vidas.
Pese a las dificultades, Gorgonia siempre ha encontrado motivos para disfrutar de la vida. Rodeada de sus hijos e hijas, recuerda con nostalgia y alegría los momentos compartidos, y se deleita en recitar, con una memoria envidiable, las poesías que aprendió en la escuela primaria, el único nivel de educación formal al que tuvo acceso. Además, el canto ha sido su compañero constante, y su voz sigue resonando con la misma claridad de antaño.
Ambas mujeres, beneficiarias de los programas de Sedif, coinciden en que el secreto de una vida larga no es un misterio complejo. Se trata de mantenerse activas, rodeadas de amor, y cuidar lo que se come.
Sus historias son un recordatorio de la fuerza inquebrantable de las mujeres tlaxcaltecas que, a pesar de las adversidades, han sabido transformar cada día en una oportunidad para vivir con plenitud.
Reynalda y Gorgonia son más que centenarias; son guardianas de la tradición, la historia y el espíritu de Tlaxcala.
Sus vidas, marcadas por el sacrificio y el amor, son un legado que inspira y enseña que la longevidad no se mide solo en años, sino en la calidad y el valor con que se vive cada uno de ellos.