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  • Rosa Ma. Velázquez
Somos referencia obligada en Tlaxcala.

Mejorar en el deporte no es tan fácil como entrenar más duro o pasar más horas en el gimnasio. A veces, el enfoque es lo que falla, y es ahí donde muchos deportistas cometen errores que frenan su progreso. A continuación, vamos a desglosar cinco estrategias para mejorar el rendimiento deportivo, poniendo un énfasis crítico en lo que realmente funciona y lo que no.

1. La disciplina: más allá del cliché

Todos hablan de disciplina como si fuera la respuesta mágica para alcanzar cualquier meta deportiva. Claro, la constancia es importante, pero no basta con seguir una rutina como un robot. La disciplina no solo se trata de cumplir con el horario de entrenamientos, sino de hacer ajustes según lo que realmente necesitas en cada etapa de tu desarrollo. 

Si sigues un plan sin evaluar lo que estás haciendo, puedes acabar en un ciclo sin fin donde trabajas mucho, pero no ves mejoras. Reflexionar sobre tus avances y modificar tu estrategia cuando sea necesario es tan importante como cumplir a rajatabla con un calendario.

2. Comer en el momento adecuado

Hay quienes creen que con una dieta equilibrada ya tienen todo cubierto, pero no entienden que el “cuándo” es igual de relevante que el “qué” estás comiendo. Si no sincronizas tus comidas con tus entrenamientos, puedes estar malgastando energía o no recuperándote de forma adecuada. 

Aportar los nutrientes correctos en el momento justo puede marcar la diferencia entre mejorar tu resistencia o quedarte a mitad de camino. Ya no es solo cuestión de elegir entre proteínas o carbohidratos, sino de aprender a leer lo que tu cuerpo necesita en cada fase del entrenamiento para sacarle el máximo provecho a cada sesión.

3. Los objetivos: definir, medir y ajustar

Hablar de metas parece sencillo, pero aquí es donde la mayoría de las personas fallan. ¿Cuántos deportistas se marcan objetivos vagos, sin plazos ni forma de medir el progreso? Decir “quiero correr más rápido” no es suficiente. Para realmente mejorar el rendimiento deportivo, necesitas ser específico, dividir tus metas y siempre evaluar tu progreso.

Pero cuidado, no se trata solo de fijarlas y olvidarlas. Hay que revisarlas, cambiarlas si es necesario, y asegurarse de que te están llevando en la dirección correcta. Si no sabes hacia dónde vas, entrenarás mucho, pero sin un propósito claro.

4. La mente: el recurso olvidado

Se habla poco del impacto de la fortaleza mental en el rendimiento deportivo, pero es uno de los factores más determinantes. No importa cuánto te prepares físicamente si, cuando las cosas se ponen difíciles, tu mente se derrumba. La resistencia mental se construye, y hacerlo debería ser parte de cualquier rutina de entrenamiento. 

Incorporar prácticas como la visualización o el control de la respiración puede parecer trivial para algunos, pero te permitirán rendir al máximo cuando el cansancio y la presión se hagan notar. En este punto es donde muchos caen, pensando que solo con entrenar el cuerpo llegarán más lejos, ignorando que la mente es la que te mantiene en pie cuando todo lo demás flaquea.

5. Escuchar tu cuerpo, pero de verdad

Escuchar al cuerpo es algo que se repite en todos lados, pero, ¿cuántos lo hacen de verdad? La mayoría de los deportistas tienden a ignorar esas señales que el cuerpo envía cuando algo no va bien, ya sea por miedo a perder tiempo o por querer cumplir con su plan de entrenamiento. 

Ignorar molestias, dolor o fatiga puede parecer un sacrificio “necesario” para avanzar, pero la realidad es que terminas retrocediendo. Saber cuándo detenerse es una habilidad tan importante como saber cuándo dar el máximo. Al final del día, un deportista inteligente se preocupa por evitar lesiones a largo plazo.

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