- Política
Mientras que en el Congreso del Estado los de la 4T presumen que están sumergidos en un tiempo difícil de autoridad, el diputado bigotes de chiste, Emilio de la Peña, presumió en sus redes sociales que tiene la solvencia para contratar un helicóptero privado bajo el objetivo de impresionar a su novia.
También “El bigotes de chiste” como se le conoce al legislador, ha sido visto en varias ocasiones realizando compras lujosas en tiendas departamentales, lo que ha generado críticas sobre su compromiso con los valores del movimiento que dice representar.
Y qué decir del último suceso que protagonizó al rentar un helicóptero para dar un paseo con su pareja sentimental, gastando en este detalle amoroso miles de pesos que contrasta con su discurso chafa de que primero los pobres y mantenerse bajo los principios de no mentir, no robar y no traicionar.
Llegado al poder gracias a la alianza de personajes afines a la 4T ha sido acusado por algunos sectores de estar más interesado en disfrutar de los beneficios del cargo que en cumplir con la filosofía de un gobierno austero y cercano al pueblo.
A pesar de ocupar un lugar en el Congreso, su presencia se atribuye más a un pago de cuotas políticas del partido Redes Sociales Progresistas (RSP), que en su momento lo respaldó para alcanzar la diputación.
Estas críticas también apuntan a la cercanía del diputado con figuras políticas como Aurora Villeda Temoltzin, a quien se le ha señalado de representar intereses alejados del proyecto de transformación.
Su inclusión en ese instituto político según algunos, ha sido vista como una estrategia que responde a conveniencias políticas más que a un compromiso ideológico.
El contraste entre la narrativa de austeridad de la 4T y el estilo de vida del diputado “el bigotes de chiste” plantea preguntas sobre la coherencia interna dentro del partido y la solidez de sus principios. ¿Hasta qué punto algunos representantes están realmente comprometidos con los valores que dicen defender? La presencia de figuras que parecen actuar en contradicción con la línea oficial alimenta el escepticismo sobre la autenticidad del cambio prometido.
Mientras tanto, la ciudadanía se cuestiona si quienes llegaron al poder bajo el estandarte de la Cuarta Transformación están realmente dispuestos a asumir las responsabilidades que esto conlleva, o si, como en el caso del diputado algunos utilizan el movimiento como un trampolín político para satisfacer intereses personales.