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Mientras las calles del municipio más pequeño del estado, Lázaro Cárdenas reflejan abandono y carencias, su presidenta municipal, Elena Macías Díaz vive en una realidad muy distinta: percibe un salario mensual de una cifra que, aunque por debajo de otros municipios más grandes, es desproporcionada para la situación financiera y social de la comuna.
Lejos de destinar recursos al desarrollo social, la administración de Macías Díaz ha sido señalada por su inacción y la falta de obras públicas, programas sociales o apoyos comunitarios. En contraste, la edil se asegura una nómina privilegiada, “sirviéndose con la cuchara grande”, como lo expresan molestos habitantes que ven cómo los recursos públicos se diluyen sin beneficios visibles para la población.
Resulta escandaloso que en un municipio con severas necesidades y sin avances tangibles, el edil se embolse más de 62 mil pesos mensuales, mientras que ciudadanos enfrentan rezagos en infraestructura, servicios básicos y oportunidades laborales. No hay inversión social, pero sí ingresos constantes para la presidenta municipal.
Aunque su sueldo está por debajo del de otros alcaldes —como Calpulalpan con 77 mil 913, o Xalostoc con 78 mil 967—, la diferencia está en la magnitud y complejidad de los municipios que gobiernan, todos con mayor población, extensión territorial y demanda de servicios.
Incluso presidentes municipales de localidades similares, como Muñoz de Domingo Arenas, perciben 30 mil 628 pesos, y otros como Totolac o Tlaxco, con mayor tamaño, reciben 47 mil 632 y 45 mil pesos, respectivamente.
Para los ciudadanos, la opulencia salarial de la presidenta representa no solo una ofensa, sino un abuso: una administración que prioriza el bolsillo de la edil antes que el bienestar de su gente. Mientras no haya transparencia ni rendición de cuentas, Lázaro Cárdenas seguirá siendo un municipio donde las necesidades crecen... ante la ineficiente y abusiva alcaldesa.