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Luego de más de tres semanas de plantón frente al Congreso local, integrantes del Sindicato de Trabajadores Docentes, Académicos, Administrativos y de Servicios Generales del Instituto Tecnológico Superior de Tlaxco (ITST), afiliados a la CROM, han llevado su protesta a un nuevo nivel: este martes instalaron una huelga de hambre en la Plaza de la Constitución, justo frente a Palacio de Gobierno.
La acción marca un giro drástico en su lucha, impulsada —según los manifestantes— por la indiferencia del gobierno estatal ante sus demandas. Su exigencia principal: la reinstalación inmediata de 18 trabajadores despedidos en 2021, despidos que ocurrieron justo después de que formalizaran la creación del sindicato.
Pese a contar con el respaldo legal de una toma de nota emitida por el Tribunal de Conciliación y Arbitraje en diciembre de 2024, los sindicalizados denuncian que sus derechos no han sido respetados. Aseguran que existen sentencias judiciales a su favor que siguen sin cumplirse, y acusan a las autoridades de dilatar cualquier posibilidad de resolución.
En el centro de sus señalamientos está Luz Vera Díaz, directora del ITST, a quien responsabilizan por el bloqueo sistemático a la reinstalación de los trabajadores. Según los inconformes, la funcionaria ha incumplido compromisos asumidos previamente, pese a haber reconocido en su momento la legalidad del sindicato.
La huelga de hambre, advirtieron, es una medida desesperada, pero necesaria ante la falta de voluntad política para entablar un diálogo real. “Estamos aquí porque no nos han dejado otra opción. Las puertas están cerradas, y la justicia laboral, una vez más, es ignorada”, declararon desde su improvisado campamento en la plaza central.
Con pancartas, mantas y acompañamiento intermitente de simpatizantes, los trabajadores reiteraron su llamado a las autoridades estatales para que atiendan el conflicto, al que consideran una grave violación de derechos laborales y sindicales.
La protesta, busca no solo recuperar fuentes de empleo, sino evidenciar lo que califican como una falta de respeto sistemático a la organización obrera.