- Política
El escándalo dentro del Sindicato 7 de Mayo continúa creciendo tras revelarse que Adrián Daniel “N”, recientemente imputado por presuntos delitos relacionados con el narcomenudeo, no solo es hermano de la actual lideresa Karina Erazo Rodríguez, sino que también tenía un cargo formal al interior del sindicato, operando nada menos que el centro de atención a adicciones de la misma organización.
La información expone una red de complicidades y encubrimientos que la dirigencia ha intentado negar sin éxito. Aunque Karina Erazo se ha deslindado públicamente de las acciones de su hermano, su intento de desmarcarse se desmorona al conocerse que Adrián Daniel no era un simple familiar alejado, sino una figura activa en el sindicato, con funciones sensibles dentro de una institución que debía, en teoría, ofrecer apoyo y rehabilitación.
“La lideresa pretende curarse en salud, pero los hechos la contradicen. No puede fingir desconocimiento cuando su propio hermano manejaba un centro tan delicado como lo es el de adicciones. Su silencio previo y sus justificaciones actuales carecen de toda validez”, opinó un trabajador sindicalizado que pidió el anonimato por temor a represalias.
El manejo del centro de adicciones por parte de una persona que hoy enfrenta cargos por narcomenudeo pone en duda la integridad de los programas internos del sindicato y plantea cuestionamientos serios sobre la vigilancia, ética y responsabilidad de sus liderazgos.
Los agremiados han comenzado a exigir explicaciones más contundentes e incluso la renuncia inmediata de Karina Erazo, a quien acusan de encubrimiento y de permitir la infiltración de intereses personales y familiares en la estructura sindical. “Se trata de un claro caso de nepotismo y omisión.
Hasta el momento, Karina Erazo no ha ofrecido una explicación pública sobre el rol de su hermano dentro del sindicato ni sobre cómo llegó a encargarse de un área tan crítica. La falta de transparencia solo ha avivado la indignación dentro de la base trabajadora, que ve en este caso la confirmación de una dirigencia más preocupada por protegerse a sí misma que por velar por los derechos e intereses del colectivo.
Con este nuevo episodio, el Sindicato 7 de Mayo profundiza su crisis de credibilidad. Lo que debió ser un espacio de apoyo a quienes enfrentan problemas de adicción se ha convertido, bajo la sombra de la complicidad familiar, en un reflejo más del deterioro institucional que lo aqueja.