- Política
El diputado federal por el Partido del Trabajo (PT), Alejandro Aguilar López, ha confirmado sus aspiraciones para buscar la gubernatura de Tlaxcala en 2027, pero en el mismo discurso reconoció una verdad incómoda: “al PT no le alcanza solo” para competir por el Ejecutivo estatal, y necesita colgarse de una posible alianza con Morena.
Lo que Aguilar no menciona es que su trayectoria política está marcada por la opacidad, el ausentismo y la falta de resultados. Ha sido dos veces diputado federal, no por méritos legislativos, sino gracias a la suerte del sistema de representación proporcional, lo que le ha permitido vivir del erario sin rendir cuentas claras ni dejar huella legislativa en favor de Tlaxcala.
Mientras presume una carrera política sostenida artificialmente, su trabajo como legislador ha sido nulo y ausente. No existen iniciativas de impacto, gestión relevante ni presencia sólida en los temas clave para el estado. Alejandro Aguilar se ha vuelto un político parásito, que solo aparece en los medios cuando se trata de hablar de sus aspiraciones personales.
A esto se suma el escándalo que involucra a su entorno familiar. En Huamantla, Iván Aguilar, hijo del legislador, ha sido señalado por varias trabajadoras de sus negocios por acoso sexual y abuso laboral. Las víctimas afirman haber sufrido por años gritos, ofensas, humillaciones, fotografías sin consentimiento y mensajes de contenido sexual explícito enviados a través de redes sociales como WhatsApp, Facebook e Instagram.
Aunque estos señalamientos no han sido enfrentados públicamente ni por el legislador ni por su hijo, la denuncia social ha comenzado a crecer y genera dudas serias sobre la calidad moral y ética de quien pretende gobernar Tlaxcala.
Mientras Aguilar López busca protagonismo político en alianzas y cálculos electorales, su falta de trabajo y los señalamientos graves en su entorno personal lo retratan como un perfil que no representa una opción seria, confiable ni ética para liderar el estado.