• Apetatitlán
  • Adolfo Tenahua Ramos
Lo ocurrido esa madrugada es solo una muestra más de un municipio donde el poder local ha dejado de cumplir su función básica.

Vecinos de la comunidad de Tlatempan vivieron momentos de tensión y temor tras detectar a dos personas sospechosas que, horas más tarde, lograron ingresar a un fraccionamiento habitacional sin que ninguna autoridad apareciera.

Según testimonios compartidos en grupos vecinales de WhatsApp, los individuos fueron vistos merodeando desde la medianoche, pero su presencia no generó ninguna reacción institucional.
A pesar de que supuestamente hay vigilancia policial constante en la zona, en esta ocasión —como en muchas otras— no hubo patrullas ni rondines, ni mucho menos respuesta al llamado ciudadano.

Los habitantes abandonados por su autoridad municipal, se vieron obligados a organizarse entre ellos para proteger sus hogares. Cambiaron la chapa del acceso principal, coordinaron la entrega de nuevas llaves y cubrieron el costo de estas medidas con recursos propios. Todo, mientras el alcalde Azaín Ávalos Marban continúa ausente, más ocupado en discursos vacíos que en atender la realidad de un municipio en crisis.

Cada vez son más los habitantes que señalan directamente al edil por su negligencia y falta de compromiso. Le acusan de haber dejado en el abandono a las comunidades desde el inicio de su administración, y de permitir que la delincuencia se instale sin resistencia en las calles, los barrios y los fraccionamientos de Apetatitlán.

Lo ocurrido esa madrugada es solo una muestra más de un municipio donde el poder local ha dejado de cumplir su función básica: garantizar la seguridad de sus habitantes. Mientras el alcalde sigue sin dar la cara ni ofrecer soluciones concretas, la gente ha tenido que aprender a sobrevivir por su cuenta en medio de la incertidumbre.

Vecinos afirman que no es la primera vez que enfrentan este tipo de amenazas, y temen que la situación se agrave aún más ante la evidente complicidad de la omisión institucional.

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