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  • Adolfo Tenahua Ramos
En los últimos días, no acudió ni el jueves ni el viernes , sumando a su historial de faltas y retrasos.

El diputado local Emilio de la Peña , en lugar de atender sus obligaciones legislativas y de gestión, ha optado por actividades personales de alto costo, alejadas de las necesidades de quienes representa.

La reciente confirmación de su viaje a París —aparentemente para un compromiso personal— evidencia el contraste entre su estilo de vida y la realidad de su distrito, donde las demandas en seguridad, servicios públicos e infraestructura continúan sin respuesta. El viaje, según fuentes, incluyó una propuesta de matrimonio, todo documentado en redes sociales mientras el legislador se ausentaba del Congreso.

A esto se suma su constante inasistencia a las sesiones. En los últimos días, no acudió ni el jueves ni el viernes , sumando a su historial de faltas y retrasos. De acuerdo con fuentes internas del Congreso, su participación en comisiones, gestiones comunitarias o presentación de iniciativas es mínima o nula. 

Cabe destacar que el legislador llegó al cargo por una negociación política y hoy, lejos de rendir cuentas, mantiene una presencia pública centrada en la ostentación y no en el trabajo. El llamado ciudadano es claro: los cargos públicos no deben usarse como escalones personales, sino como una responsabilidad con resultados visibles.

Mientras las necesidades de su distrito crecen, Emilio de la Peña sigue más enfocado en su vida privada que en el deber público, gastándose dinero a manos llenas mientras niega apoyo a sectores vulnerables y su desempeño como legislador ha  sido nula e irrelevante.

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