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Ana Bertha Mastranzo Corona, diputada que jamás ha brindado atención a sus representados, celebra como hazaña histórica su participación en la votación del nuevo Poder Judicial. Una gesta digna de museo… si alguna vez se le viera trabajando.
Hoy hicimos historia, declaró Ana Bertha Mastranzo Corona, con la solemnidad de quien cree haber salvado al estado. ¿La razón de tanta euforia? Ejerció su derecho al voto, como cualquier otro ciudadano común, pero claro, con hashtags patrióticos y foto incluida.
La legisladora del distrito quince —a quien resulta más fácil encontrar en eventos sociales que en su propia demarcación— se llenó de orgullo por marcar una boleta. Un acto que, según sus palabras, inaugura una nueva era democrática. Qué emocionante debe ser creer que una papeleta soluciona años de indiferencia.
Habló de justicia popular, de participación, de esperanza… conceptos que, en su caso, viven exiliados. No cuenta con módulo de atención, no recibe a vecinos, y su presencia en la comunidad es tan frecuente como un eclipse solar. Eso sí, en redes no pierde oportunidad para posar como paladina del cambio.
Y mientras la ciudadanía sigue esperando que aparezca por el distrito, ella festeja su “logro” como si hubiera redactado la Constitución. Tal vez para Ana Bertha, la transformación nacional empieza en la fila de la casilla… y termina justo después del selfie.