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La elección judicial celebrada el pasado domingo en Tlaxcala resultó ser un auténtico desastre democrático.
Según datos preliminares del Instituto Electoral de Tlaxcala (ITE), más del 31% de los votos emitidos fueron anulados, lo que significa que uno de cada tres ciudadanos anuló su sufragio, ya sea por error, confusión o, en muchos casos, a propósito.
Lejos de mostrar interés por el proceso, gran parte de la ciudadanía lo tomó a chiste. En diversas casillas, funcionarios electorales reportaron que muchas boletas fueron inutilizadas con groserías, burlas o frases de protesta. En algunos casos, los votantes escribieron “pendejadas” —literalmente— como forma de rechazar lo que consideran un proceso impuesto, opaco y sin sentido para el ciudadano común.
La situación fue agravada por denuncias de acarreo y presión política. En varios municipios, personas fueron obligadas a asistir a votar, sin tener idea clara de por qué ni por quién hacerlo. Esta falta de información, sumada al rechazo generalizado, llevó a que muchos expresaran su inconformidad anulando la boleta intencionalmente o llenándola con frases de burla.
Los números hablan por sí solos, total de votos estatal 5,643 votos emitidos, 1,778 anulados (31.5%), solo 3,865 válidos.
En Chiautempan: 3,183 votos válidos, pero 1,686 anulados (52% nulos); Apizaco: 5,482 votos válidos, 2,935 anulados (casi 35%).; Amaxac: 1,200 válidos, 688 nulos (36%); Cuauhtémoc/Ixtacuixtla: 627 válidos, 311 nulos (33%) y Contla: 632 válidos, 303 nulos (32%).


